sábado, 21 de mayo de 2016

Edgardo Mocca: “El periodismo está enfermo de mercantilismo”

Uno de los errores señalados desde adentro durante los doce años de gobierno del FpV fue la comunicación de las acciones de la gestión. Ahora, desde adentro de Cambiemos dicen que están comunicando mal lo que quieren llevar a cabo. ¿Por qué cree que ocurren estas cuestiones en tiempos de híper información?
–No hay problemas específicamente comunicativos. Los problemas de un gobierno, de cualquier proceso hegemónico, son políticos. Política es la acción y su interpretación. Los gobiernos kirchneristas chocaron contra duros problemas de la estructura económica y de la subjetividad social atravesada por la hegemonía neoliberal. El gobierno de Macri está chocando y difícilmente deje de chocar contra la sensibilidad igualitaria y combativa de grandes franjas de nuestra población.
Habida cuenta de la estampida mediática; el cierre de diarios, revistas, canales de televisión, radios, y la eliminación de programas a partir del 10 de diciembre de 2015, ¿qué opinión tiene de la elección del empresariado mediático por parte de la administración del FpV durante sus mandatos?
No hubo tal “elección” del empresariado mediático. Hubo empresarios que aprovecharon una necesidad material del kirchnerismo y la aprovecharon para hacer muy buenos negocios, no muy legales algunos de ellos, por lo que estamos viendo con Sergio Szpolski, por ejemplo. La superación del dominio del neoliberalismo no es un problema de acumulación de medios sino de una experiencia social y su interpretación.
¿Cómo catalogaría al periodismo actual en el plano político y en el plano social?
–El periodismo no escapa a una lógica mercantil-capitalista. Lo que se da hoy es una cuasi uniformidad de los mensajes determinada por la combinación de un resultado electoral y una extraordinaria concentración de la propiedad. De los medios, pero no sólo de los medios. El periodismo como profesión está enfermo de mercantilismo, de competencia y de carrerismo. No es, en este sentido, ninguna excepción: pasa lo mismo con la medicina, con la abogacía, con el futbol y hasta con el psicoanálisis.
¿Cuáles son los cambios ocurridos en lo referente a la libertad de prensa en una democracia de corte liberal y cómo pueden remediarse si los considera adversos a la comunicación?
–La libertad de prensa es siempre relativa. Hoy en la Argentina se limita a una libertad de mercado que como en cualquier aspecto es una libertad de los poderosos. Esa “libertad de mercado” consiste en materia de comunicación en la libertad de los dueños de las cadenas mediáticas de imponer el discurso único de los grandes poderes concentrados nacionales y globales. Lo demás es resistencia. Y puede ir creciendo en la medida en que los conflictos que se insinúan en el curso neoliberal se profundicen.

¿Cree estar en presencia de un Partido Mediático que juzga, condena y digita la actividad política y la actividad judicial?
–No hay un partido mediático como no hay un partido judicial. Hay un ejercicio del dominio por parte de los poderosos en los medios en el poder judicial y en muchos otros terrenos, que no tiene hoy casi ninguna restricción estatal, salvo en los casos en que pudiera haber refriegas secundarias entre un gobierno del gran empresariado local y global y su propia base social. Son contradicciones entre política y negocios que son inevitables pero no devienen conflicto principal.
Ante los cambios operados en la programación de los canales de aire y la casi absoluta condescendencia de las señales de noticias de cable (lo mismo en las radios y en los medios gráficos), ¿qué salida queda para la posibilidad de escuchar, ver o leer otro tipo de información?
La información prolifera. Y se puede desarrollar un ejercicio en amplia escala de la libertad de prensa contra la prensa mercantil-monopólica. De hecho hay signos de eso. Además, todo dependerá del curso de los conflictos. Hoy, por ejemplo, hay una unidad sindical en contra de la política del macrismo y se insinúa una sublevación popular en el sur del país con la cuestión de la política petrolera. Y todo eso en plena fiesta de la manipulación mediática público-estatal. Nadie puede asegurar qué pasa con el discurso único si la nueva etapa neoliberal no consigue sostener y afianzar un consenso social y político. Y no está escrito que vaya a lograrlo.
¿Cree que hubo un cambio de actitud de la sociedad ante el periodismo luego del 10 de diciembre?
–Los cambios están en desarrollo. Por ahora sigue el show de las denuncias contra el anterior gobierno. Pero después de cinco meses de devaluación, tarifazos, despidos y pérdida del poder adquisitivo del salario, la trama se debilitó. Aparecen hendiduras notables y no está a la vista cómo puede cerrarlas un proyecto pensado para la acumulación de rentas por parte de los sectores más poderosos. Puede ser que consigan consenso y no sería la primera vez, pero no es nada seguro.
¿Piensa que es posible recuperar la multiplicidad de voces luego de la marcha atrás de la Ley de Medios?
–La multiplicidad de voces es, insisto, una construcción política y no un determinado mapa de medios o una buena norma legal. De hecho los monopolios mediáticos siguieron existiendo y funcionando en la plena vigencia de la ley de 2009. Entonces parece que no es un problema “de los medios” sino del poder. Entre otras cosas del poder que se tenga para hacer cumplir la ley. Lo que multiplica las voces es el conflicto político, la crisis política. De otra manera nadie podría explicar la emergencia del kirchnerismo después de una larga década de certezas monopólicas neoliberales en todos los principales medios de comunicación. Claro que la creatividad en materia de medios y formas de comunicación forma parte de esa política y de la estrategia para hacerla viable. En una palabra, la cuestión de la libertad y la multiplicidad de voces no se definen en el interior de los medios sino que es una resultante de una determinada relación de fuerzas política.

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