Félix
Crous es fiscal de la Procuración General de la Nación y miembro
del Consejo Directivo de Justicia Legítima. Persona más que
autorizada para desentrañar el funcionamiento de cierto sector del
Poder Judicial que digita la vida política de la Argentina.
–El
18 de febrero de 2015, con la marcha por la muerte del fiscal Alberto
Nisman, se comenzó a hablar del Partido Judicial. ¿Fue
realmente allí cuando comenzó a funcionar la corporación de la
Justicia o es algo que venía de antes?
–La
historia se cuenta con algunos mojones y entiendo que, tanto para
describir un fenómeno como para operar sobre ese fenómeno, esté a
favor o en contra, uno necesita hitos. Esa marcha, ese día, fue
la cristalización de algo, no de un partido. No me gusta
llamarlo “partido”.
–¿Cómo
lo llamaría?
–Una
facción, un sector faccioso del Poder Judicial que venía de antes.
Y que cobró visualización, sí, en todo el proceso que se manifestó
de modo elocuente y escenográfico en la marcha del 18 de febrero.
Pero todo el proceso inmediatamente posterior a la muerte de Nisman y
posterior a la marcha es una secuencia para ver. Ahí hubo un
salto cualitativo que dio visibilidad a quienes eran los voceros, a
quienes pretendían ofrecerse para liderarlo, a cuál era el discurso
que eligieron. Mostraron que había, claramente, intenciones. No
solamente la expresión de una idiosincrasia o de un conjunto de
intereses que formaban parte de ese estamento, que circulaban como
una característica identitaria de un sector de la Justicia. No, no:
ahí se veían los operadores y la operación.
–¿Para
quién estaban operando y qué resultados querían conseguir?
–Los
resultados eran más o menos evidentes, como tan evidente es lo
bastante exitosa que fue la operación. Más o menos se intuye
quiénes eran los interesados a esta altura. Más que intuir, uno
tiene elementos para hacer un juicio bastante atinado sobre a quién
servían. Yo creo que es una facción. Y esa facción da un salto
de visibilidad, usa el espacio público, asume en primera persona un
discurso fraudulento, mentiroso como fue el afirmar ante la
ciudadanía, siendo fiscales y cuando había una investigación en
curso, que Nisman había sido asesinado. No había ningún
elemento para sostener eso, era totalmente imprudente,
desaconsejado o prohibido en boca de un fiscal, aún cuando sea su
propia investigación. Cuando esas personas inteligentes y con
entrenamiento político como para comprender la alarma social que
podían encender con esto, jugando con la autoridad que frente al
imaginario social tiene un fiscal, concluyen en hablar de asesinato,
es una jugada riesgosa. Quienes estamos en la cocina de esto,
quienes conocemos las entrañas de la bestia, no nos impacta la
palabra de un fiscal. Pero es absolutamente razonable que sí impacte
en la sociedad, que necesita tener esa referencia para protegerla de
su propia suspicacia.
–¿Por
eso habla de salto cualitativo de las operaciones de la facción
judicial?
–Claro.
Una facción que empezó a mostrar que estaba operando así con los
acontecimientos que dieron origen a Justicia Legítima, que son
una acción activa de la Corte Suprema de Justicia, básicamente de
su presidente Ricardo Lorenzetti y la gestión del portal de noticias
de la Corte, como propaladora de la Asociación de Magistrados, una
gremial conservadora histórica de los jueces y funcionarios de la
Justicia federal que decidieron ser un partido de la oposición.
Claramente eso estaba a la vista, se subieron y trabajaron sobre la
construcción del relato de un kirchnerismo y un Poder Ejecutivo que
oprimía a la Justicia. Ellos fogonearon la construcción de la
satanización de la tiranía kirchnerista. La Corte se sumó a eso,
le ofreció el espacio institucional para eso...
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