sábado, 13 de agosto de 2016

La Madre de todas las batallas

El blindaje judicial y mediático que avaló los aberrantes sucesos que rodearon a la orden de detención de la titular de Madres de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini.
Era jueves y era la marcha 1999. Podría haber sido cualquier otro día, cualquier otro número, pero era jueves y era la marcha 1999, y no era necesario entorpecer, ensuciar, avasallar, romper la memoria histórica de un país que, según dicen desde el Poder Ejecutivo, debe restañar sus heridas dialogando para terminar de una vez para todas con la grieta que, proclaman sonrientes, “tanto daño nos hizo a los argentinos”.
Pero ocurre que de un lado de la grieta está la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Y los jueves, todos los jueves. Y las marchas, todas las marchas. Y del otro lado de la grieta están, por ejemplo, un Poder Judicial que cada vez asume más tajantemente su rol de partido político, las operaciones conjuntas con los medios de comunicación (ese otro partido), el fundamentalismo legal a rajatabla cuando se trata de unos o se trata de otros, la vergüenza, para decirlo todo.
El jueves, durante la marcha 1999 de las Madres de Plaza de Mayo, el juez Marcelo Martínez de Giorgi libró orden de detención contra Hebe de Bonafini por el “delito” de no presentarse a indagatoria en la causa Sueños Compartidos. Había otras cuarenta personas involucradas en la causa y pasibles de ser llamadas a indagatoria, pero el juez prefirió citar por segunda vez a la titular de Madres de Plaza de Mayo, a la memoria. Y Hebe dijo, por segunda vez, “no”. Entonces, Martínez de Giorgi, amparado por los medios hegemónicos y el “periodismo independiente”, vio la oportunidad de desatar la operación política enmarcada en el mentiroso “todos somos iguales ante la ley”.
Una igualdad que no contempló en ningún momento la detención (ni siquiera la orden de detención) del por entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y ahora presidente Mauricio Macri cuando esquivó cuatro veces la indagatoria en la causa por al menos 17 casos de violencia contra gente en situación de calle durante los operativos de la Unidad de Control de Espacio Público (UCEP, organismo creado en la administración porteña para mantener libres los espacios públicos). Una igualdad que tampoco libró orden alguna de detención contra el ex presidente Fernando De la Rúa cuando se negó a comparecer cinco veces a la indagatoria judicial por la causa de la represión desatada bajo su mandato (bajo sus órdenes) durante diciembre de 2001. Una igualdad que también hizo la vista gorda cuando el banquero norteamericano y ex secretario del Tesoro de Estados Unidos David Mulford desacató las cuatro indagatorias a las que fue llamado para declarar en el caso del Megacanje, operación financiera fraudulenta realizada en 2001, bajo el gobierno de De la Rúa y la intervención de los entonces ministro de Economía Domingo Cavallo y secretario de Política Económica Federico Sturzenegger (el mismo, el mismísimo de hoy presidente del Banco central de la República Argentina).
La igualdad ante la ley es zarandeada, esgrimida, vociferada con dedito admonitorio cuando del otro lado de la ley hay figuras como, por ejemplo, Hebe de Bonafini.
Allí, el Partido Judicial hace el picnic de la igualdad, despliega el mantel donde el Partido Mediático aporta todos los platos y todas las vituallas, y, juntos, se sientan a esperar que la sociedad consuma sin protestar cada una de sus grandes verdades.
Pero era jueves, pero era la marcha 1999. Y allí estaba Hebe de Bonafini diciendo “no”.

Al Sr. Juez de la Nación Marcelo Martínez de Giorgi.
Me dirijo a usted para manifestarle el motivo de la respuesta a su citación.
Que desde el año 1977, más precisamente el día 8 de febrero de ese año, vengo padeciendo las agresiones de la mal llamada “justicia”, implementada por jueces de la Nación. En ese momento empezó mi calvario, hice 168 presentaciones por mi hijo Jorge. Luego, en conjunto, reclamé por mi otro hijo, Raúl, que fue desaparecido en diciembre del mismo año, en una constante peregrinación por los juzgados. Siempre padecí las mismas injusticias, las mismas agresiones. Luego, en mayo de 1978, desapareció también mi nuera María Elena, nada cambió.
Siempre la misma ignominia, la misma indiferencia. Yo sentía cómo la denominada “justicia” era cómplice de los asesinos militares y marinos. Una justicia sin solidaridad, sin sentir por los otros, sin sufrir por ellos.
Después de un tiempo, en el año 2001, más precisamente un 25 de mayo, a mi hija María Alejandra –que se encontraba sola en mi casa mientras yo estaba de viaje– la torturaron casi hasta matarla. Y allí otra vez mi peregrinación para ver si encontraba algún juez que nos mostrara el valor de la Justicia, y que ésta existía. Pero, otra vez, la burla y la sinrazón.
Y llegó el caso Schoklender. Allí, las Madres, con gran esfuerzo, aportamos voluntariamente 60 cajas con pruebas, junto con 40 backup y otros elementos más, primero a Oyarbide y después a usted, que ni siquiera leyeron algo de lo aportado.
Asistimos cuantas veces nos llamaron a declarar, hicimos pericias de las firmas que constataron que no eran mías, siempre a disposición por la verdad. Incluso hace unos meses asistí voluntariamente a su despacho para informarme ante la indigna marcha de la causa.
Y otra vez sufrimos en carne propia la burla, que nos castiga a todas, ancianas de 85 a 90 años, y nos condena a pagar las deudas, injustas y ajenas.
Las Madres siempre vamos a defender los valores de solidaridad social, extender las manos a los vulnerados, por sus sueños, en este tiempo y en los que vendrán. Y vamos a luchar para que alguna vez nos enfrentemos con jueces probos que nos ayuden a sentir en nuestros cuerpos el valor de la Justicia.
Hebe de Bonafini. Presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.


Un “no” rotundo y fundamentado. Un “no” que no se escapa, que no se fuga, que no delinque. Un “no” que no se somete.
Entonces, comenzó el fogoneo de las declaraciones. Declaraciones que, a tono que las varas de medición de la igualdad judicial, eran mediáticamente silenciadas o gritadas a todo pulmón.
Miradas irónicas y sonrisas burlonas ante las palabras del abogado Eduardo Barcesat: “Me parece repugnante que haya sido convocada cuando la trayectoria, entrega e identidad de las Madres fue ejemplar a lo largo de los 40 años de vida de la entidad. No se puede pensar que las Madres tuvieron un ápice de enriquecimiento. Esto indigna a Hebe, que tiene percepciones claras y obra en función de ellas. Las Madres se sintieron defraudadas porque entregaron la confianza de la administración a Sergio Schoklender, no sabían lo que él hacía, por eso no lo controlaban. Lo que hacían las Madres era inaugurar las obras cuando se entregaban las casas. Era una obra de bien, pero no las pongamos a estudiar el metro cuadrado de cemento armado o la compra de loza o cualquier elemento edilicio que refiriera a la construcción”.
Gestos adustos y seriedad a ultranza ante las del abogado constitucionalista Daniel Sabsay: “Ningún ciudadano puede negarse a cumplir la orden de un juez, sea cual fuera la situación personal que la rodee. Hay un incumplimiento de una orden de un juez competente en una causa donde se investiga la eventual comisión de ilícitos que son delitos. En ese marco, normalmente el juez ordena que esa persona que se niega a declarar sea traída a los estados judiciales por la fuerza pública. Nadie quiere que las cosas se desarrollen de manera violenta, pero en la Argentina llegó el momento donde todos seamos iguales ante la ley. Tenemos que pensar qué país queremos para no ser ciudadanos de diferentes categorías”.
Las órdenes emanadas desde el Partido Judicial con el probo Martínez de Giorgi a la cabeza hacían blanco en las altisonancias del Partido Mediático que informaba en vivo y en directo. Y mucho más en los análisis nocturnos de los militantes de ese mismo partido que borraban de un “comentariazo”, cuarenta años de lucha contra la barbarie y por la restitución de Memoria, Verdad y Justicia. Todo, claro, en nombre de la “igualdad ante la ley”.
Hablaron, desde el olimpo mediático del tándem Grupo Clarín-La Nación, de respeto a las instituciones. Desde la infantería (léase, canal América), se largaron al trabajo sucio que les fue destinado, con los ínclitos Fernando Iglesias, Julio Bárbaro y otros “sabedores de todo”, apañados por los periodistas todo terreno de Intratables que se rasgaban las vestiduras por los “desvíos de la señora De Bonafini” y hasta se dignaban a aconsejarla –casi Liliana Franco– para que no tergiversara la lucha por los Derechos Humanos.
Dijo el juez Martínez de Giorgi: “La definición sobre una eventual detención escapa de mis manos. Ayer dispuse el allanamiento en la sede de Madres de Plaza de Mayo para efectivizar la detención, pero consideré que tuvo un resultado negativo a través de los acontecimientos que son de público conocimiento”.
Es necesario aclarar que el eufemismo “acontecimientos de público conocimiento”, en consonancia con los dictámenes de Cambiemos (“sinceramiento” por “tarifazo”; “alegría” por “hambre”; “reconversión” por “cierre”; “diálogo” por “DNU”), quería decir “orden de detención en la vía pública contra una señora de 87 años, titular de Madres de Plaza de Mayo”.
Y siguió diciendo Martínez de Giorgi el jueves y el viernes: “Esto fue para evitar la generación de males mayores y preservar la integridad física de las personas que estaban en la sede de Madres. En simultáneo con esa orden, dispuse dos medidas más, el libramiento de la orden de captura y la prohibición de salir del país. La orden está vigente y puede ser ejecutada por las fuerzas de seguridad en el momento que lo consideren más oportuno. Si fuese detenida hoy, mañana mismo estaríamos disponiendo el traslado al juzgado y pasaría la noche detenida en alguna dependencia policial para prestar declaración al día siguiente”.
Nuevamente parece necesario aclarar eso de “pasaría la noche detenida en alguna dependencia policial”. El juez habla, aunque parece no darse cuenta, de una señora de 87 años, no de una delincuente de 87 años. Según los diccionarios, una indagatoria tiene lugar durante una causa judicial: “Se llama a indagatoria a una persona sobre cual existe alguna sospecha de que haya estado implicada en un caso judicial bajo investigación. En la indagatoria se informa a la persona de qué se la acusa, se le hacen preguntas relacionadas con el caso, y se le da la oportunidad de defenderse o brindar pruebas”. Se repite, por si no quedó claro: “Se informa a la persona de qué se la acusa”. Para informar a la sociedad de qué se la acusa allí estaba la infantería periodística presta: “casas proclamadas y no entregadas”, “desvío de 206 millones de pesos”, “estafa”, “corrupción”.
Seguía Martínez de Giorgi: “Para seguir adelante con el proceso necesito su declaración o su silencio como indica la Constitución. La indagatoria hacia Hebe tiene que ver con la atribución de responsabilidad y la firma de dos convenios con el ministerio de Trabajo por la cual ya declaró Carlos Tomada y tienen que ver con unos subsidios que el Ministerio se obligó a aportar a la Fundación para que le paguen a los trabajadores, pero nunca llegó a los mismos”.
Acordes, las imágenes de los noticieros y señales de noticias televisivas mostraban una y otra y otra vez cómo la combi que trasladaba a Hebe de Bonafini y otras Madres de Plaza de Mayo, circulaba por la vereda de Hipólito Yrigoyen (calle sobre la cual está la sede de la Fundación Madres de Plaza de Mayo). Poco importaba que las imágenes mostraran el paso lento de la combi, precedida por una veintena de personas que abrían a marcha para que nada resultara dañado, para que nadie resultara herido. Las voces superpuestas a esas imágenes no paraban de mencionar “el riesgo para la vida de las personas que circulaban libremente por la arteria”. Casi casi como si se tratara de una escena de Rápido y furioso.
Nada decían de otras declaraciones que ocurrían casi en simultáneo. Por ejemplo, las del ex secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli: “La única lucha que se pierde es la que se resigna y Hebe y las Madres nos demuestran que no aflojan. Este atropello empezó con Milagro Sala, siguió con la persecución mediática y judicial a Cristina y hoy le toca a Hebe. Este es un plan para encarcelar a los militantes populares y poder llevar adelante un perverso plan económico y social”. Por ejemplo, las del diputado Andrés Larroque: “Vivimos escenas vergonzosas, situaciones que creíamos que no íbamos a vivir más en la Argentina. Es una vergüenza que estos jueces truchos quieran detener a quienes tanto pelearon para que haya justicia. Hebe y las Madres dieron un ejemplo de dignidad”. Ni las de la diputada nacional Alicia Ciciliani (Partido Socialista): “Fue absolutamente innecesario pretender llevar con la fuerza pública a Hebe de Bonafini a declarar. Fue un error de la Justicia. No creo que una causa como Sueños Compartidos tenga un avance llevando a Hebe de Bonafini a declarar por la fuerza. Hay cientos de actores involucrados que pueden ayudar a esclarecer la causa. Defiendo que somos todos iguales ante la Justicia, pero los mismos procedimientos para todos no resultan eficaces. Esto agranda la grieta y no ayuda a esclarecer las cosas con racionalidad. Hebe no es cualquier persona, tiene un enorme capital simbólico y hay que respetarlo y cuidarlo”. Ni siquiera las del premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel: “Me parece malo el comportamiento del juez de detenerla de forma aparatosa cuando estaba en la sede de Plaza de Mayo. Podría haber hecho otra cosa, no este escándalo con Gendarmería como si fuese una delincuente”.
Sí, claro, tuvieron su gloriosa repercusión las del ministro de Seguridad bonaerense Cristian Ritondo: “Nuestra constitución nos pone a todos en igualdad de condiciones, eso es la democracia. Eso hace que todos tengamos que responder, más allá del respeto que se le pueda tener a una persona como Hebe de Bonafini. Si ella se presentaba no hubiese habido mucho problema”. Y las del abogado constitucionalista Felix Loñ: “Ella tiene obligación legal de presentarse, podrían detenerla en cualquier momento. El juez tiene prohibido seguir con la investigación hasta que ella, ciudadana común, declare y ejerza su defensa”.
Y siguieron. Unidos, el Partido Judicial y el Partido Mediático, acordes con el calendario, hacían su agosto. Lo continúan haciendo. Y continuarán.
Poco les importa que, una vez subsanado el desatino, cuando se informó que la declaración a indagatoria se llevará a cabo el lunes 8 de agosto, siguieran sonando las palabras de Hebe. Ellos están dispuestos a acallarlas o a desautorizarlas o a retorcerlas para transformarlas en irreconocibles. Sin embargo, las palabras, siguen allí, resonando: “Las Madres queremos un pueblo en la calle, un pueblo movilizado, un pueblo feliz. No estemos tristes, no estemos afligidos, no estemos callados, no estemos quietos. La movilización de los pueblos es lo que libera”.

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