Perfil
- 30|07|17
De
ciertos temas no se habla, algunos se distorsionan y otros se
reemplazan. En la agenda temática de Cambiemos, la realidad
económica y su contracara política molestan, incomodan, asustan.
Esa especie de censura o línea directriz proyectada desde Balcarce
50 trata de no ahondar en una economía que no arranca o en el tendal
de heridos que la “pesada herencia” amenaza con recoger y
parapetar en las urnas. Sin embargo, pese a lo estudiado de un
lenguaje electoral con resultado incierto, pocas veces el PRO ha ido
tan lejos y arriesgado tanto en esa suerte de incontinencia verbal
estudiada con precisión de algoritmos... Los últimos gestos del
Gobierno, sin embargo, empiezan a desmaquillar y plasmar el verdadero
proyecto. Si la realidad cuestiona los deseos, habrá que partirla y
descartar una parte de ella. Seguramente será esa masa de votantes
que Duran Barba vinculó a la venta ilegal, al narcomenudeo, a la
ignorancia. Son los desarrapados, los estigmatizados por los
prejuicios de quienes gobiernan, y que difícilmente encuentren un
futuro mejor que este bastardeado presente. Quizás
sea consecuencia de que a veces se gana mintiendo, o de que las
promesas electorales están más supeditadas al marketing que a
rendir cuentas a posteriori por los actos de gobierno.
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