jueves, 31 de marzo de 2016

Historias del Ministerio de Trabajo (1)

Todo despido es político.

Hoy me echaron del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación. A mi y a otros compañeros. Compañeros muy valiosos, a los que vi trabajar con incansable esfuerzo y entrega. Porque ser empleado del estado no es como cualquier empleo. Hay que tener vocación para acompañar búsquedas laborales de personas tan vulneradas. En los pocos años que trabajé ahí (resulta inevitable hablar en pasado) atendí y acompañé personas con discapacidad, visité la cárcel, jovenes, entre otros. No voy a olvidar a Victor, un chico que había salido de la cárcel y estaba buscando trabajo. Su novia y él hoy están con trabajo ambos, haciendo una nueva vida, con derechos, estudiando ambos. Sufrimos con él la estigmatización por haber estado en el cerrado de menores. Pero no le cerramos la puerta nunca ni nos dimos por vencidas con Eva, otra compañera a la que también despidieron hoy. Nos llenamos con él de impotencia después de cada entrevista en la que lo rechazaban. Le dimos nuestros celulares y leíamos sus mensajes de desesperación, tristeza. Como Victor, cientos de personas, de Mar del Plata y de los 17 municipios que dependen del Ministerio, fueron atendidos, acompañados, asesorados por nosotros y no se sintieron solos. Había un Estado que ponía la oreja y ofrecía alguna solución. Defectuosa, viciada, corregible, soy crítica con ello. Pero también, muchas veces, útil.
Hoy nos echaron como perros, leyendo una listita con nuestros nombres. ¿Por qué nos echaron? No sabemos. Una forma bonita de llamarlo es "no renovación de contrato". No hay causa ni justificación. Ni siquiera tengo un telegrama en mano.
Fue un día oscuro. Con lo que digo no quiero caer bajo y discutir si soy o no un ñoqui, grasa militante o lo que sea. Quiero decir que cada minuto que trabajé ahí estuve convencida de lo que hacía. Y por eso nos echan. Porque nos sentimos parte (más o menos) de un proyecto de políticas públicas que exceden a los dirigentes, a los líderes, a los políticos. En ese proyecto, que cada vez más claramente se diferencia del actual, queríamos incluir, sumar, colaborar, fortalecer, a personas que no tienen las mismas posibilidades que vos, que yo. Me voy con dignidad porque me dan asco. Porque fui y soy testigo del desmantelamiento del estado, de la falta de escrúpulos, del cinismo y la mentira. Nos dicen que es culpa del gobierno anterior por habernos precarizado. Pero sus nuevas incorporaciones de estos meses también entran precarizados con los mismos contratos que nosotros. Y además porque la única solución que proponen es la más terrible, la que no le deseo a nadie: el despido. Y todo eso es incoherencia, es mentira, es asqueroso. Pero saben qué, gracias. Gracias por echarme. Porque me hacen un favor. No quería ni quiero ser parte de un Estado que ajusta y despide, que cierra programas, achica y tiene odio y revanchismo. Decir eso no es un lujo que puedo darme. Hoy, es un hecho. Una consecuencia. Gracias, pero me quedo del lado de los buenos.

Agustina Catalano

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