A la
jauría mediática y judicial lanzada tras Lázaro Báez con la
fantasía de llegar hasta CFK y su hijo Máximo le saltó una liebre
inesperada: el principal socio de Austral Construcciones no lleva
el apellido del ex presidente Néstor Kirchner sino el del actual,
Maurizio Macrì. Se trata de su primo hermano Angelo Calcaterra, hijo
de Pía, la única hermana de Franco y Tonino Macrì, los respectivos
padres de Maurizio y Jorge Macrì. En su declaración
indagatoria, Báez mencionó su asociación con la empresa macrista
para las represas de Santa Cruz, pero el vínculo no fue ocasional
sino permanente e incluye numerosas obras en todo el país durante
más de una década. Si durante la ejecución de esas obras hubiera
habido sobreprecios, habrían beneficiado a la primera familia
actual. Tampoco es fácil probar tal cosa: entre 2003 y 2015,
todas las obras públicas nacionales se adjudicaron por licitación
con precio tope, que dificulta la cartelización que rigió durante
el siglo pasado y en la que sobresalieron las Sociedades Macrì
(Socma), cuyo vicepresidente ejecutivo fue el actual presidente.
La
inversión en obras públicas nacionales en el ciclo kirchnerista
ascendió a 596.000 millones, en valores constantes, al 31 de
agosto de 2015. El 56,3 por ciento o 336.000 millones de pesos,
correspondió a inversión centralizada en organismos nacionales,
mientras el 43,7 por ciento o 260.000 millones de pesos se
descentralizó en provincias y municipios. Un tercio de la
inversión centralizada (112.000 millones de pesos) fue ejecutado por
una docena de empresas, con obras por montos de 5.000 millones de
pesos en adelante. El 22 por ciento (73.000 millones de pesos)
correspondió a otras 68 empresas, por montos que oscilaron entre 500
y 5.000 millones de pesos. Los restantes 151.000 millones de pesos, o
el 45 por ciento del total, se dispersaron entre un millar y medio de
empresas con montos inferiores a los 500 millones. Subieron al
podio la trasnacional italiana Techint, que con 16.420 millones
ejecutó el 4,81 por ciento de las obras; seguida por
Electroingeniería (15.494 millones, o el 4,61 por ciento) e Iecsa,
la empresa de la familia presidencial (14.050 millones o el 4,18 por
ciento). En ese ranking (elaborado por el ex Ministerio de
Planificación Federal, Obras y Servicios Públicos), el Grupo
Austral, de Lázaro Báez, recién asoma en el 40º puesto, con 1.019
millones de pesos o el 0,3 por ciento. Esta sola cifra ridiculiza la
afirmación del extorsionado ex colaborador de Báez, Leonardo
Fariña, quien pagó su libertad declarando contra su empleador y
los Kirchner, en la justicia y en los medios asociados...
Ni
Cavallo
Al
Grupo Clarín, Fariña le dijo que Báez era testaferro de Néstor
Kirchner y que juntos “se robaron el Producto Bruto de un año,
cien mil millones de dólares”. Así no se hubiera realizado
ninguna obra y los 1019 millones de pesos íntegros hubieran pasado
al patrimonio de Báez y/o Kirchner, la conversión de esa cifra en
cien mil millones de dólares es imposible... Lázaro Báez camina sobre la misma falla sísmica que
el primo Angelo Calcaterra, cuyo anuncio de puesta en venta de IECSA,
justo ahora, sugiere que desearía estar lejos cuando se abriera la
caja de Pandora que los rastreadores husmean batiendo la cola con
simpática inconsciencia canina. Iecsa y Austral se presentaron
juntas en diversas licitaciones por casi 10.000 millones de dólares,
lo cual muestra un affectio societatis estable, pero sólo ganaron
algunas, lo cual tampoco confirma el favoritismo que se le atribuye a
Báez. Iecsa obtuvo la pavimentación de uno de los cinco tramos de
la extensa ruta 9 y luego su explotación. En ambos casos, Báez lo
acompañó como subcontratista. Lo mismo ocurrió en la
denominada “Línea Fría” en Santa Cruz, destinada a
interconectar la Patagonia con la red eléctrica nacional. En la
ruta Nacional 18 de Entre Ríos se asociaron en una UTE.
Báez ganó el contrato por la Ruta Provincial 20, también
de Entre Ríos, pero lo cedió a Calcaterra. También fueron
asociados en el Complejo Terminal de Cargas de frontera, en Paso de
los Libres. Otras obras para
las cuales Báez y el primo Angelo se asociaron fueron la
interconexión Pico Truncado-Río Gallegos, por 118 millones de
dólares; la planta Terminal de Petrobras en Caleta Paula, por 15
millones de dólares; infraestructura vial en Yacyretá por 68,5
millones de dólares y obras en la Central Nuclear Atucha por 40
millones de dólares. En cambio sus apuestas más grandes no
fueron exitosas: las licitaciones para las represas hidroeléctricas
de Santa Cruz, por 5.000 millones de dólares y por el gasoducto del
NEA, por 4000 millones de dólares, que no les fueron adjudicadas.
Tampoco
es fácil mostrar que haya sobreprecios en el costo proyectado de las
represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, de 2,24 millones de
dólares por cada Mw instalado, si se lo compara con el de las
represas ya existentes de Chaglla, Perú (2,97 millones/Mw); Santo
Antonio, Brasil (3,10 millones/Mw), Tocoma, Venezuela (3,11
millones/Mw); Sogamoso, Colombia (3,13 millones/ Mw); Simplicio,
Brasil (3,26 millones/Mw)o Diamer-Basha, en Pakistán, (2,53
millones/ Mw). Por supuesto, no puede subestimarse el virtuosismo
de la patria contratista argenta para renegociar contratos con
aumentos de costos que siempre recaen sobre el comitente, pero aún
así la diferencia sigue siendo grande, entre 13 y 45 por ciento a
favor de la obra patagónica...
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