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- 28 agosto, 2017 - Por José Eduardo Bernardes.
A
un año del golpe, la ex presidenta comenta los retrocesos del
gobierno ilegítimo, como la privatización de Eletrobras
El
golpe que destituyó a la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff,
completa un año el próximo jueves (31). En esa fecha, en 2016, los
senadores decidieron, por sesenta y un votos favorables y veinte
votos contrarios, apartarla definitivamente del cargo, aunque sin
comprobar que haya cometido el crimen de responsabilidad...
Rousseff
también comenta la situación de persecución política y jurídica
al ex presidente Lula, la propuesta de privatización de Eletrobras
hecha por el gobierno golpista y la necesidad de luchar contra el
golpe. “Nosotros vamos a tener que ser capaces de dedicarnos a
intentar sacar al Brasil de esa encrucijada en la que se encuentra”,
afirma. Un año después
del proceso de impeachment, ¿cómo mira usted todo lo que ocurrió?
Yo
considero que el proceso
de impeachment fue un golpe, porque no había crimen de
responsabilidad. Ellos inventaron un proceso para sacarme del
gobierno. Y usaron una mayoría de votos comprados, que son los
mismos doscientos y diecisiete votos de diputados que garantizaron la
impunidad del presidente ilegítimo Temer.
Es la misma composición del Congreso, que fue construida por el [ex
diputado] Eduardo Cunha, que me destituyó a través de un proceso
absolutamente sin fundamento, sin base real, hoy reconocido por todo
el mundo. La historia fue bastante más desagradable para los
golpistas. Los agarraron, quedó claro quienes eran ellos.
¿El
golpe también tiene relación con la persecución al ex presidente
Lula?
Pienso
que el golpe no es solamente un acto. El
impeachment es la primera etapa del golpe, la segunda etapa se revela
muy conservadora y reaccionaria, por un lado, y extremadamente
radicalizada, por el otro.
Hace parte de esta segunda
etapa sacar a Lula de las elecciones de 2018 creando factoides
judiciales para él. Toda
esta absurda historia del proceso del apartamento triplex, sobre la
cual el propio juez
[Sérgio Moro] reconoce que los fundamentos de la acusación no
existen. El juez hace
acusaciones que no deberían ser hechas. Este segundo aspecto del
golpe tiene un lado, que es la politización de la justicia. Cuando
un juez dice? “mira, no
he leído, pero pienso que es correcto”
y habla fuera del auto de procesamiento…una cuestión que es básica
en democracia, la de que todos son iguales ante la ley, deja de
existir. Se crea una justicia y se utiliza la ley para destruir
civilmente lo que consideran como blanco enemigo, que hay que
destruir.
El
Congreso ahora propone una reforma política, con el “distritão”
[aumentativo de Distrito en portugués] y algunos partidos hablan
sobre parlamentarismo. ¿Eso también se incluye en el contexto del
golpe?
Hay
una tercera etapa, que puede ser simultánea, como esa propuesta de
parlamentarismo. Siempre
que las clases dominantes, los sectores conservadores, se encuentran
en una situación difícil, apelan al parlamentarismo.
Ese parlamentarismo, combinado con el “distritão” [un modelo de
voto diferente, basado en la elección de los candidatos más votados
por distrito], tiene por
objetivo crear un sistema dominado por la fuerza del dinero. No es ni
hegemónica, es dominante. El objetivo es borrar del mapa la
representación progresista, popular, de izquierda o centroizquierda.
Este es el gran objetivo del golpe estratégico.
La táctica inmediata es impedir
el avance de la operación Lava Jato contra ellos.
Todos los trueques de favores y clientelismo político de que son
capaces. Ahora, como
perdieron cuatro elecciones consecutivas, cuatro elecciones
presidenciales, concluyeron que la democracia no les conviene. No son
demócratas.
En
su opinión, ¿cuál sería la reforma política ideal para el país?
Vivimos
en una situación extremadamente difícil. Brasil tiene treinta y
cinco partidos políticos. Usted estará de acuerdo conmigo en que no
existen treinta y cinco proyectos para Brasil. Lo que se ve, lo que
explica una parte del golpe, fue una ocurrencia grave, tras la
Constituyente y la Constitución Ciudadana de 1988: se construyó un
centro democrático en Brasil. En el centro estaba el viejo MDB
[Movimiento Democrático Brasileño], con Ulysses [Guimarães] y
otros progresistas, de centro derecha o centro izquierda. La gran
mayoría no era excesivamente conservadora. Algunos eran, pero
miraban el país, respetaban al Brasil.
Este
centro democrático se perdió en los caminos de los gobiernos pos
1988. Llegó al gobierno Lula y se desarrolló más en el mío, la
construcción de un centro que progresivamente empezó a tener una
hegemonía de centro derecha.
Esa hegemonía, expresada en el grupo de Eduardo Cunha y el control
que él tenía del gran centro, es extremadamente grave. Porque en
esta discusión sobre las formas que asumió la coalición
presidencial no se debe a la coalición, sino a la dominación del
centro, se puede decir, casi por una extrema derecha. Extrema
derecha por los métodos, por la visión de mundo, por las luchas
contra las mujeres, contra los homosexuales y toda la población
LGBT, contra los negros…en fin, extremadamente conservador desde el
punto de vista civilizatorio, pero también económico y social.
Hay
una estructura de regulación electoral que facilita la proliferación
de partidos, porque no hay cláusula de barrera. Por no haber
cláusula de barrera, dos cláusulas democráticas – el fondo
partidario y el acceso gratuito a la televisión – se vuelven
monedas de cambio. Se crean partidos que no tienen compromiso con la
cuestión de un partido, que es acceder al gobierno, y ese partido
empieza a negociar tiempo de televisión, comprando y vendiendo, y
empieza a negociar también el fondo partidario al que tiene acceso.
El partido se vuelve un
negocio. Entonces, una
reforma es necesaria, pero no se resuelve la reforma política con un
“distritão” o “distritão mixto”. Se resuelve cambiando la
cláusula de barrera, caracterizando a los partidos, valorizándolos.
Aún
en este proceso de golpe, sobre el rol de los medios, ¿cuál es su
opinión sobre la importancia de una ley de medios para democratizar
el acceso a los contenidos y disminuir el monopolio?
Siempre
me preguntan sobre mis autocríticas. Tengo dos de las grandes. La
primera es no haber luchado más por una Ley de Medios.
Otra es la cuestión de haberme eximido, con la esperanza de que los
empresarios invirtieran, y lo que ellos hicieron fue aumentar su
margen de lucro. Pero en el caso de los medios, pienso que hay una
característica que tenemos que considerar. Siempre que hablamos en
control y regulación de los medios, estamos hablando en regulación
económica de los medios. Nosotros no estamos hablando de que
queremos controlar lo que ellos hablaron, lo que dicen, o cometer
cualquier acto contra la libertad de prensa. No. Quien
no quiere la libertad de prensa son ellos. Que piensan que, a través
del control que tienen, monopólico, es posible tener solamente una
opinión. Defendemos la
pluralidad de opiniones. la diversidad de opiniones, el respeto a la
gran riqueza regional de este país. Es
visible que vivimos en una situación gravísima en Brasil,
antidemocrática, que es la presencia de un gran grupo, ese grupo es
la [Red] Globo, quien intenta conducir la política de Brasil.
Intenta hacer y deshacer, lo que es muy grave, porque caracteriza
algo muy peligroso, que es el “gran hermano”. El
“gran hermano”es la Globo.
¿Qué
dice sobre los ataques a los derechos de los trabajadores realizados
por el gobierno golpista?
El
pueblo está cada vez más sin la menor red de protección social,
sin acceso a los servicios básicos de educación y salud, y eso
generará, con el paso del tiempo y como efecto secundario, la
violencia, la hambre, un aumento en la cantidad de personas en
situación de calle, otra
vez volvimos al mapa del hambre, habíamos
salido en 2014. El
retorno violento de la desigualdad,
los recortes en los programas sociales, el fin del programa Minha
Casa Minha Vida [Mi Casa Mi Vida], acaban lentamente con el programa
Mais Médicos [Más Médicos] y producen la gran ambición que es el
neoliberalismo. En el
plano internacional, Brasil vuelve a estar subordinado a la esfera de
influencia de los países desarrollados, deja
de tener una política autónoma, altiva, que respete a los demás
países, pero que se haga respetar.
Brasil pierde incluso importancia como representante de la democracia
y de la paz aquí en América Latina.
Aún
el tema de los retrocesos: el gobierno golpista busca privatizar la
Eletrobras. A partir de su experiencia en el área de energía, ¿cómo
evalúa el impacto de la privatización en la población brasileña?
Las
personas necesitan comprender que este es un sector con una
complejidad técnica y el gobierno y muchas personas se aprovechan de
esta complejidad para ocultar lo que hacen de hecho. Eletrobras es
una empresa que tiene cuarenta y siete centrales hidroeléctricas.
Muchas de esas centrales hidroeléctricas tienen más de treinta
años, algunas tienen sesenta años. En
Brasil hay una ley que dice que cuando una central completa treinta
años ya está pagada. ¿Y quién la pagó? El consumidor de energía
en la cuenta. Cuando se paga la cuenta, se paga por algunas de esas
centrales. Algunas fueron
pagadas dos veces, porque hay un periodo de sesenta años de pago.
Reducimos
la tarifa eléctrica en 2012. Nadie concordaba con la reducción.
Deseaban obtener más
ganancias, arriba de lo que prevé la ley. Entonces
nosotros reducimos las tarifas eléctricas, bajo
protesta de algunas personas que esperaban que el sector privado y el
sector público continuaran recibiendo y la población nunca
accedería a esta parte que tiene por derecho, por una cuestión de
justicia, que debe regresarle.
Los
especialistas dicen que el valor es incoherente con la realidad del
patrimonio de la Eletrobras.
Mire
usted que eso es un disparate. Ellos van a vender por US$ 6,3 mil
millones, porque creo que el esquema de privatización es así: cogen
algunas centrales, renuevan el contrato de concesión de esas, dicen
lo siguiente: “está todo en cero [como nuevo]”. No hay eso de
pasar una ventaja al consumidor. El precio de la central es el precio
de la central. Pero lo más grave también de todo es lo siguiente:
¿quién lo garantizó desde la época del apagón del [expresidente]
Fernando Henrique Cardoso y del racionamiento, que fue, de 2000 para
2001? Una parte de esa garantía fue dada por la Eletrobras. Yo le
diría que la mayor parte de la misma fue dada por las centrales de
la Eletrobras. Va a pasar que ellos sólo van a invertir si tuvieran
una ganancia significativa. Si
ellos no tuvieran una ganancia significativa, ellos no invierten.
Entonces sucede aquello que se dio en la época de Fernando Henrique:
falta de inversión. Creo que esa agenda es una agenda peligrosísima
porque compromete el futuro de Brasil, le quita los principales
instrumentos de expansión al Brasil.
¿Ya
podemos medir como eso va a llegar a la cuenta de los brasileños? Yo
hablé con [Luiz] Pinguelli (ex director de la Eletrobras) también y
él dice que puede ser entre 8 y 10% como mínimo.
Yo
no tengo ese cálculo, le cuento, pero creo que el cálculo de
Pinguelli como punto de partida es un buen cálculo.
¿Por
lo menos 8, 10% de aumento directo en la cuenta?
Quiero
decirle que creo que es poco. Porque cuando usted mira el precio de
una planta individual, considero la siguiente ecuación: casi unos
70% o más es inversión. Unos
30%, menos hasta, 20%, es operación y manutención. Y eso va a la
tarifa. No son todas las
plantas que están amortizadas ya, pero sí, es una parte
significativa la que está amortizada. Y
eso puede resultar en algo como 8 a 9% mínimo, llegando a unos 15,
20%. Es lo que esperamos. Ahora,
es gravísima también la falta de seguridad. Quiero ver quien es que
va a invertir a la hora de la verdad. Porque usted no necesita, no se
puede quedar discutiendo, cuando el país vuelve a crecer, su
proyección de consumo de energía se amplía.
En
su opinión, ¿cuál es la real motivación del gobierno golpista
para esta medida? Ellos dicen que es la cobertura del déficit de US$
50 mil millones.
No
es sólo eso, no. Creo que el gobierno golpista junta el hambre con
las ganas de comer, como dice nuestro pueblo. Creo que es de la
ideología de creer que el Estado tiene que salir de todas las
actividades, incluso aquellas que son estratégicas para un país,
como es el caso de la provisión de energía eléctrica. Esta es
estratégica, porque de esa provisión dependen todas las actividades
económicas y sociales de ese país. No funciona una escuela si no
tiene luz eléctrica, no funciona un puesto de salud, un hospital. No
funciona una industria, no funciona una actividad agrícola.
Entonces, ellos son
neoliberales. Uno de los ítems fundamentales del neoliberalismo es
retirar al Estado de todas las actividades. Y notoriamente, en el
área de energía, porque, además de eso, esa área es
extremadamente atrayente.
Esta, vamos decir, es la
gran hambre neoliberal, acabar con la Eletrobras, hacer que sea una
empresa privada, es algo que está en el recetario que ellos tienen
para Brasil. Ese mismo recetario va a querer llegar a la Petrobras.
¿Esas
medidas atacan la soberanía nacional del país?
Una
cosa que es terrible es volver atrás…
en una región del mundo en la que por más de 140 años vivimos en
paz, y ver que aceptaron
la entrada de Ejército de los Estados Unidos en operaciones en la
Amazonia. Eso es imperdonable.
No tengo nada contra los Estados Unidos, pero no tengo nada a favor
de que el Ejército norteamericano vaya a la Amazonia, aún más en
un cuadro de creciente antagonismo en Venezuela. Creo que es
una irresponsabilidad absurda del gobierno brasileño. Son
irresponsables en dejar que haya allí un conflicto, porque no es un
juego. Allí habrá
guerra civil. Lo que están queriendo aquí es transformar
a América Latina en una zona de conflicto. Y ese gobierno ilegítimo
de Temer es irresponsable por adherir a eso.
Un
año después del golpe, ¿como está su rutina? ¿Usted ha pensado
en disputar nuevos cargos electivos?
Mi
rutina hoy es más ligera. Obvio, porque mi rutina era más pesada
antes, cuando yera presidenta. Hago deporte, trato de acondicionarme
físicamente. Creo que las personas tienen que hacer eso porque es
una cuestión de usted envejecer con calidad. Yo, como estoy entrando
en los 70, quiero ser capaz de caminar cuando tenga 80. Además de
eso, yo leo, estudio, participo de debates y actúo en actividades
culturales. Tengo una vida bien diversificada. Pero aún no, no estoy
pensando en eso [candidatura] aún no. No que yo descarte
integralmente eso, pero ahora no estoy evaluando esa posibilidad.
Estamos
viviendo un momento de mucha desesperanza en el país. ¿Qué mensaje
deja al pueblo brasileño?
Creo
que el pueblo brasileño siempre ha sido capaz, en las situaciones
más difíciles, de digerir estas fuerzas que querían en realidad
someterlo o oprimirlo, o sacarlo de las decisiones. Siempre ha sido
lo suficientemente lúcido. Creo que el pueblo brasileño es un
pueblo que tiene fe y mucha esperanza. Nosotros vamos a tener que
luchar, luchar es importante. Creo
que luchar fortalece, da brío, da garra a las personas. Todos
nosotros vamos a tener que ser capaces de dedicarnos a intentar sacar
al Brasil de esa encrucijada en la que se encuentra.
Edición:
Luiz Felipe Albuquerque | Traducción: Luiza Mançano y Pilar Troya
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