Todo despido es
político.
Hoy me echaron del
Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación. A mi
y a otros compañeros. Compañeros muy valiosos, a los que vi
trabajar con incansable esfuerzo y entrega. Porque ser empleado del
estado no es como cualquier empleo. Hay que tener vocación para
acompañar búsquedas laborales de personas tan vulneradas. En los
pocos años que trabajé ahí (resulta inevitable hablar en pasado)
atendí y acompañé personas con discapacidad, visité la cárcel,
jovenes, entre otros. No voy a olvidar a Victor, un chico que había
salido de la cárcel y estaba buscando trabajo. Su novia y él hoy
están con trabajo ambos, haciendo una nueva vida, con derechos,
estudiando ambos. Sufrimos con él la estigmatización por haber
estado en el cerrado de menores. Pero no le cerramos la puerta nunca
ni nos dimos por vencidas con Eva, otra compañera a la que también
despidieron hoy. Nos llenamos con él de impotencia después de cada
entrevista en la que lo rechazaban. Le dimos nuestros celulares y
leíamos sus mensajes de desesperación, tristeza. Como Victor,
cientos de personas, de Mar del Plata y de los 17 municipios que
dependen del Ministerio, fueron atendidos, acompañados, asesorados
por nosotros y no se sintieron solos. Había un Estado que ponía la
oreja y ofrecía alguna solución. Defectuosa, viciada, corregible,
soy crítica con ello. Pero también, muchas veces, útil.
Hoy nos echaron como
perros, leyendo una listita con nuestros nombres. ¿Por qué nos
echaron? No sabemos. Una forma bonita de llamarlo es "no
renovación de contrato". No hay causa ni justificación. Ni
siquiera tengo un telegrama en mano.
Fue un día oscuro.
Con lo que digo no quiero caer bajo y discutir si soy o no un ñoqui,
grasa militante o lo que sea. Quiero decir que cada minuto que
trabajé ahí estuve convencida de lo que hacía. Y por eso nos
echan. Porque nos sentimos parte (más o menos) de un proyecto de
políticas públicas que exceden a los dirigentes, a los líderes, a
los políticos. En ese proyecto, que cada vez más claramente se
diferencia del actual, queríamos incluir, sumar, colaborar,
fortalecer, a personas que no tienen las mismas posibilidades que
vos, que yo. Me voy con dignidad porque me dan asco. Porque fui y soy
testigo del desmantelamiento del estado, de la falta de escrúpulos,
del cinismo y la mentira. Nos dicen que es culpa del gobierno
anterior por habernos precarizado. Pero sus nuevas incorporaciones de
estos meses también entran precarizados con los mismos contratos que
nosotros. Y además porque la única solución que proponen es la más
terrible, la que no le deseo a nadie: el despido. Y todo eso es
incoherencia, es mentira, es asqueroso. Pero saben qué, gracias. Gracias por echarme. Porque me hacen un favor. No quería ni quiero
ser parte de un Estado que ajusta y despide, que cierra programas,
achica y tiene odio y revanchismo. Decir eso no es un lujo que puedo
darme. Hoy, es un hecho. Una consecuencia. Gracias, pero me quedo del
lado de los buenos.
Agustina Catalano