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- Por Laura Vales
En
un año se retrocedió siete años
El
índice de Gini, el más confiable para estas mediciones, indica que
la pobreza disminuyó en los doce años del kirchnerismo y que en el
primero del gobierno de Mauricio Macri aumentó a niveles similares a
los de siete años atrás.
Interrumpiendo
el proceso de reducción de la desigualdad que se registró de 2003
a 2015, en sólo un año de gobierno del macrismo el país
retrocedió a los niveles de desigualdad de 2010. Un informe del
Centro de Estudios de la Ciudad (CEC) de la Facultad de Ciencias
Sociales de la UBA pone en blanco sobre negro este aumento de la
inequidad en la distribución del ingreso: el proceso implicó un
empobrecimiento de los trabajadores –con la excepción de los que
ocupan cargos gerenciales– y de los sectores más vulnerables de la
sociedad, mientras al mismo tiempo, el decil de mayores ingresos se
enriquecía. Los autores del informe utilizaron el coeficiente
Gini y observaron además cómo evolucionó la brecha de ingresos
entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre de la
población a lo largo del período 2003-2016.
El
Gini es el recurso utilizado más habitualmente para medir cómo se
distribuyen los recursos económicos en una sociedad. El índice va
de 0 a 1, donde 0 indica la igualdad perfecta –todos los miembros
de la sociedad tienen lo mismo–, mientras que 1 señala la
inequidad absoluta-.
De
2003 a 2015, durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner,
la desigualdad había bajado desde 0,53 a 0,41, es decir 12
puntos porcentuales. Esta fue una característica propia del período.
El informe detalla que “excepto en 2014 –y algunos trimestres
puntuales en años anteriores–, el Gini evidenció
sistemáticamente tasas de variación inter-anual negativas entre el
tercer trimestre de 2004 y el segundo de 2015”. Este proceso se
revirtió nítidamente tras la llegada del presidente Mauricio Macri
a la Casa Rosada. En el segundo trimestre de 2016, el Gini aumentó
y volvió a hacerlo en el tercer trimestre de ese mismo año, hasta
llegar a 0,44. Luego, en el cuarto trimestre de 2016, logró una
leve reducción -de un punto porcentual hasta 0,43-, aunque quedando
un nivel de inequidad que no se registraba desde fines de 2010.
Un cuadro realizado por los investigadores de Sociales (ver gráfico
nº 1) muestra este cambio de tendencia como una línea con picos
(diferencias a lo largo del año, por estacionalidad). El trazo se
parece a un serrucho inclinado, pendiente abajo: muestra el
descenso constante registrado entre 2003 a 2015. Pero desde
finales de ese año, la línea serrada cambia de dirección y se
vuelve ascendente.
Un
aumento de la desigualdad puede expresar situaciones variadas: que
los que más tienen se hayan enriquecido, mientras los que menos
tienen mantenían sus ingresos; que los pobres hayan pasado a estar
estén peor, mientras que los ricos se mantenían igual. En el
peor escenario, que se haya ido hacia una sociedad con ricos más
ricos y pobres más pobres.
Agustín
Mario, investigador del CEC de Sociales y la Universidad de Moreno,
autor del informe, señala que este es el caso. “Aumentó el
ingreso real de los más ricos y, al mismo tiempo, cayo el de los más
pobres. No hace falta algo tan drástico para que agravar la
desigualdad, pero esto es lo que se observa para este período”.
La
grieta
Complementando
el seguimiento del Gini, el autor del informe observó la evolución
de la brecha de ingresos entre el 10 por ciento de la población con
mayores recursos (decil 10) y el 10 por ciento en peor situación
(decil 1). En este caso, los investigadores tomaron como medida el
Ingreso por Adulto Equivalente (IPAE). El IPAE –a diferencia de
otras medidas como el Ingreso per cápita familiar– otorga distinta
importancia a los integrantes del hogar según su género y edad, y
permite valorar de manera más real los ingresos de un grupo en su
capacidad de satisfacer necesidades; (“un nivel de ingreso dado
permitirá satisfacer un distinto ‘nivel de necesidades’ en el
caso de un hogar con un hijo discapacitado vis a vis a otro hogar el
que no se observa esta condición”, ejemplifica el informe).
Este
análisis abarcó también desde 2003 a 2016 y registró que:
En
el tercer trimestre de 2003, el ingreso medio del 10 por ciento
más rico de la población era casi 15 veces mayor al del 10 por
ciento más pobre.
Diez
años más tarde, en el segundo semestre de 2015, esta brecha se
había reducido a menos de la mitad (7 veces).
En
cambio, en el segundo trimestre de 2016, la brecha entre los que
más y menos tienen creció 8 veces. Otra vez el cambio de
tendencia hizo que los niveles de equidad alcanzados se perdieran. A
mediados de 2016, se había vuelto atrás hasta los números del
tercer trimestre de 2012.
Ganadores
y perdedores
Dentro
del conjunto de los ocupados, no todos sufrieron el aumento de la
desigualdad del mismo modo. Entre el segundo trimestre de 2015 y el
mismo período de 2016, mientras el 70 por ciento de los ocupados con
menores ingresos vió reducido su poder de compra, el 30 por ciento
de trabajadores de mayores ingresos pudo aumentar, aún en un
contexto recesivo, sus ingresos reales.
¿Qué
hipótesis pueden explicarlo? Para Agustín Mario es reflejo del
deterioro del mundo laboral. “El principal objetivo de la
política económica es bajar la inflación. Para lograrlo, el
instrumento que usa el gobierno –aunque por supuesto no lo pueda
decir– es el aumento del desempleo”, señaló. “Una
inflación más baja, junto con finanzas públicas ‘sanas’
estimularían la inversión y así el crecimiento –y sólo
eventualmente el empleo–. Es claramente una estrategia de
‘arriba hacia abajo’. El problema es que estas estrategias
tienden a favorecer al capital sobre el trabajo y dentro de los
trabajadores, a los de más altos salarios, que suelen ser más
calificados. Ellos son los primeros contratados cuando la economía
mejora y los últimos despedidos en un contexto recesivo. El
aumento del desempleo –que no es una consecuencia no deseada
sino el instrumento para bajar la inflación– y el
empeoramiento de las condiciones laborales en general contribuyeron
decisivamente al incremento de la desigualdad”.
En
la introducción del informe -que se difundió junto a la
presentación en sociedad de un índice de Variación en el Bienestar
Material de los Hogares, Adriana Clemente, directora del CEC
Sociales, remarca que, frente a la guerra mediática sobre el
proceso de empobrecimiento y sus causas, es necesario “afirmar la
línea de base con la que se entregó al gobierno en 2015” para “no
confundir responsabilidades sobre la situación actual”.
En
esa línea, este informe sobre el aumento de la desigualdad fue
anunciado por el CEC como el primero de una serie destinada “al
seguimiento de los cambios que está experimentando la sociedad por
la destrucción de puestos de trabajo, la progresiva reducción de
sus consumos y la supresión de políticas redistributivas”.
Para
Clemente, las políticas económicas actuales (desindustrialización,
sobre endeudamiento y desregulación de la economía) se articulan
con el deterioro del sistema de protección social. Combinadas,
horadan las mejoras logradas entre 2003 y 2015. “La
interrupción del ciclo de movilidad social ascendente es motivo de
conflictividad y tiene derivaciones dramáticas por su difícil
reversión”, advierte la licenciada en Trabajo Social,
especialista en políticas sociales. “Son cambios en la matriz de
integración social, más específicamente visibles en el hecho de
transitar, al igual que otros países de la región, el largo túnel
de la desigualdad”.
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