En
la esquina de mi casa hay una verdulería. Antes pasaba un paisano en
una chata desvencijada a buscar las sobras para los chanchos.
Últimamente veo señoras sin camioneta, pero con los pibes a
cuestas. Cuando miro para saludar -en mi barrio la gente todavía se
saluda-, bajan la cabeza. Lo que rescatan no es para los chanchos.
La
Argentina no está bien. Tampoco lo estaba hace un año ni hace diez.
Pero hoy está peor. Falta pan. El espectáculo ha creado una falsa
grieta mientras la verdadera se ensancha cada día. La fractura que
se profundiza en nuestra sociedad, silenciosa como el movimiento de
las placas tectónicas, no se televisa ni se tuitea. Sin embargo,
desde el subsuelo de la patria, los descamisados hacen oír su grito,
un clamor que se sintetiza en tres palabras que universalizó el papa
Francisco y son ya bandera de lucha para millones de excluidos en
todo el planeta: tierra, techo y trabajo. De eso se trata la
movilización del domingo.
Cualquier
persona de buena voluntad, en el campo o la ciudad, desea que sus
hijos tengan un techo digno y puedan realizarse a través del trabajo
o cultivando la tierra. El sistema en el que vivimos no ofrece
oportunidades para satisfacer ese anhelo tan básico ni perspectivas
para las futuras generaciones. La exclusión tiene un sustrato
estructural en un mundo donde el dinero reina en lugar de servir. De
eso queremos hablar nosotros.
La
integralidad del programa de las 3T que enarbolamos (tierra, techo,
trabajo) combina las necesidades inmediatas de los humildes con la
perspectiva estratégica de la política con mayúscula, esa que no
se reduce a la disputa partidaria y busca construir la Argentina
grande que soñó San Martín desde la práctica cotidiana de la
solidaridad.
Hay
una dinámica entre pan y trabajo profundamente enraizada en nuestra
cultura popular que se manifiesta en la devoción por San Cayetano.
El pan de la filantropía se come con vergüenza, bajando la cabeza.
El trabajo en todas sus formas, aun aquellas no reconocidas, tiene un
valor que no se agota en parar la olla. Es lo que algunos llaman su
dimensión subjetiva. Dignifica.
Son
justamente esos trabajadores sin derechos, desvalorizados y
hostigados los que salen a la calle el domingo e interpelan a la
sociedad con la creatividad inagotable de la economía popular:
cartoneras que recuperan el descarte; costureras que confeccionan lo
que compramos en La Salada (y los shoppings); horticultores que
cultivan las verduras que todos comemos; obreros de empresas
recuperadas que salvan las fábricas del abandono; constructores que
edifican viviendas para los que no son sujetos de crédito; feriantes
que alegran las madrugadas en las villas; trabajadoras comunitarias
que alimentan niños en merenderos y rescatan jóvenes en las
comunidades terapéuticas; comunicadores populares que cuentan lo que
otros callan; campesinos e indígenas que custodian la naturaleza
produciendo alimentos.
Ninguno
de ellos -ni los que están organizados ni los que se la rebuscan
solos- quiere volver a cortar una ruta por un bolsón de comida ni
hurgar en la verdulería. Quieren seguir haciendo lo que hacen:
trabajar. Y merecen los mismos derechos que cualquier otro
trabajador. La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular
(CTEP) reclama su inclusión laboral y un salario social
complementario para que ninguno esté bajo la línea de pobreza.
La
paz está en peligro cuando escasea el pan y se complica el trabajo.
Luchamos desde la memoria histórica de nuestro pueblo porque
queremos paz. Luchamos, ayer y hoy, porque rechazamos tanto la
manipulación política del sufrimiento ajeno como la represión de
los reclamos populares. Los movimientos queremos pan para hoy, pero
no hambre para mañana: tenemos reclamos inmediatos, pero también
una utopía que proponer, que contempla la reforma agraria, la
integración urbana y la inclusión laboral. Marchamos por una
sociedad sin esclavos ni excluidos, con tierra, techo y trabajo para
todos.
Para
La Nacion - Juan Grabois - Cofundador de la Confederación de
Trabajadores de la Economía Popular, consultor del Consejo
Pontificio de Justicia y Paz
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