“...
La mañana del 13 de abril tenía escasos ingredientes para
propiciar una concentración. Miércoles, día laborable, neblina
densa, llovizna pertinaz, horario inoportuno: nada a favor. Pero
la citación a los tribunales de Comodoro Py a Cristina Fernández de
Kirchner por parte del juez federal Claudio Bonadio hizo resurgir
un diálogo interrumpido el 9 de diciembre de 2015, momento en el
cual la ex presidenta decidió guardar un respetuoso silencio sobre
el acontecer político, económico, social y cultural en manos del
nuevo gobierno de Cambiemos.
Las
condiciones, impuestas tanto meteorológica como laboralmente, de la
mañana del 13 de abril, entonces, no contribuían en nada para que
“la gente” se movilizara hacia un lugar abierto, fuera el que
fuera, hablara quien hablara, se citara a quien se citara,
reapareciera quien reapareciera. Pero la realidad, esa arista de la
realidad que hace cambiar de manera tajante a “la gente” en “el
pueblo”, tiene esas cosas. Y poco importa si eran los 8.000 que
decía Radio Mitre a eso de las 11 de la mañana; o los 10.000 que
dijo la Policía Metropolitana y los 11.000 que intentó el Poder
Ejecutivo después del mediodía; o los 20.000 que avizoró el
referente del Frente Renovador Alberto Fernández a la tardecita; o
los 250.000 que estipularon desde La Cámpora por la noche del mismo
miércoles. La realidad de la mañana del 13 de abril mostraba
otra cosa, muy alejada de los números. Mostraba, desde las calles
del centro, desde las terminales de trenes, desde los subtes, desde
los colectivos, que había una certeza de recomposición de diálogo
que nada ni nadie iba a poder frenar.
“¿Hablará?”,
“¿va a hablar?”, “¿viste el escenario?” eran unas de las
tantas preguntas que, de persona a persona, se repetían a partir de
las 8 de la mañana del miércoles mientras las piernas se dirigían
al mastodonte de Comodoro Py. Preguntas cruzando la terminal de
trenes de Retiro bajo la persistente llovizna y los voceos de
“pilotos, paraguas”. Preguntas bajando por la Avenida Santa Fe
con algunos cantitos –tímidos al principio, sumatorios después–
de “vamos a volver, vamos a volver”. Preguntas sobre los
caminitos de la Plaza San Martín desenrollando carteles garabateados
en cartulina. Preguntas gambeteando la lluvia bajo los aleros de los
negocios de las laterales de la 9 de Julio. Preguntas gritadas como
para ser escuchadas entre el retumbar de los bombos de las columnas
que entraban por Antártida Argentina, por Madero, por Libertador.
“Qué
lástima, de no haber sido por la lluvia hubiera venido más gente”,
repetían el chiste cada cinco segundos los caminantes, recordando
las palabras de Mauricio Macri filtradas por alguna cámara amiga
mientras el presidente observaba por la ventanilla del auto la escasa
cantidad de adherentes el día de su asunción...”
“La
secretaria del juzgado le leyó las seis páginas del expediente por
la venta de dólar a futuro. Recién entonces entró a la salita el
juez Bonadio, saludó con un genérico “buenos días”, pero se
quedó al lado de la puerta, a espaldas de la ex presidenta. Después
de que el abogado Carlos Beraldi entregara el escrito a la secretaria
del juzgado, Cristina Kirchner señaló que la acusación de
asociación ilícita no es correcta, debido a que “en la única
organización que participé fue en el Poder Ejecutivo Nacional como
titular, electa por voluntad mayoritaria del pueblo argentino por el
46 y 54%, además de ser afiliada al Partido Justicialista”, y que,
por lo tanto, “las pruebas sobre la supuesta asociación ilícita
no tienen el menor asidero jurídico y técnico, pero no me extraña
dada la manifiesta incompetencia técnica del juez”.
Bonadio,
a sus espaldas, mantenía silencio. Antes de que se leyera el acta,
el juez federal se retiró. No pudo contemplar que, mientras la
secretaria leía, desde la calle sonaba “Avanti morocha”, de
Los Caballeros de la Quema, secundado por decenas de bombos, ritmo
que –como señalaron fuentes judiciales al diario La Nación– la
ex presidente “acompañó con un movimiento de cabeza y con sus
dedos como si tocaran el piano”. No pudo contemplar,
Claudio Bonadio, en ese mínimo gesto, que el diálogo, interrumpido
desde el 9 de diciembre, había recomenzado...”
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