“... Sin el poder
mediático, ningún gobierno neoliberal duraría más de 24 horas.
Bastaría que Clarín hiciera una semana de periodismo en serio y
justo para que no pudiese resistir, porque cualquier mentira o cosa
injusta que diga no tendría forma de progresar. Ahora son una
máquina de mentir autorizada. Hasta que, en la otra forma de
hipocresía que tiene, el grupo dominante determine que quizás Macri
empiece a servir menos a sus objetivos. Entonces, dará lo mismo
Urtubey, Massa... Ya le están pegando a Macri, de vez en cuando. De
hecho hay gente que por ingenuidad o torpeza cree que también le
pegan a Macri. Y hasta Clarín podrá decir que también critica a
Macri. Pero no es verdad. Lograron cambiar al país. Dentro del país
de las corporaciones, va bien Macri, va bien Massa, va bien Urtubey,
va bien cualquiera que sea obediente. Terminaron con un país. Ahora
sí da lo mismo cualquiera. Por eso pueden ser críticos. Pero no es
el mismo tipo de crítica; es desde dentro del sistema. Con el poder
real puede ser presidente cualquiera...
Recién a comienzos
de 2008 se produce un tajante cambio, que fue una verdadera gloria
que ocurriese. Para mí, para la democracia, para el periodismo, para
entender la vida, para saber dónde estamos parados, para
redondearnos como profesionales. Los periodistas empezamos a jugar un
partido en serio. Hasta ese momento, todos teníamos nuestros
talentitos. Hacíamos el jueguito que hacemos los jugadores cuando
entramos a una cancha de fútbol: la parás con el pecho, la bajás
con la rodilla, se la pasás de taco a un compañero... Eso era el
periodismo. De pronto, empezó el partido de verdad y ahí hubo que
determinar de qué lado jugabas. El partido del periodismo se puso en
marcha en 2008, con la reestatización de los fondos jubilatorios de
las AFJP, hasta octubre de 2009 con la ley de medios... Fue un año y
medio visceral de la vida del país. Hasta sin darnos cuenta tuvimos
que tomar una posición. Hubo que renunciar a muchas cosas:
pertenencias sociales, la comodidad de ser el “prestigioso relator”
que todos respetaban...
Durante el
kirchnerismo también hubo un discurso único. En la vereda de
enfrente a ese discurso estaba el gobierno y algunos medios de
comunicación, estimulados y alimentados por el gobierno, como no
puede ser de otra manera, como se debe hacer en democracia. El
gobierno también es el Estado. Y el Estado tiene derecho a
defenderse de las corporaciones. El poder político de la gente tiene
que tener mecanismos de defensa contra los que son “corporación”.
Esto también lo aprendimos ahora. Toda la vida vimos al poder
político como “el poder”. Sabíamos que había un “poder real”
que tenía mucho peso, pero ahora aprendimos que son los amos del
país y del mundo. Cuando reconocés que el poder real es mucho más
fuerte que el político, te das cuenta de que la verdadera y corajuda
oposición que se debe tener es contra el sistema, contra lo
establecido, contra las corporaciones. Cualquiera es oposición
contra el poder político....”
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