La
Nación – 25/04/2016
A la
euforia generalizada que se desató en el Gobierno con el récord de
venta de bonos y la salida del default sucedió ahora una
preocupación reservada sobre un dato clave del futuro inmediato: el
tiempo que tardará el país en recibir inversiones y dinero fresco
de fondos extranjeros.
Éste
es uno de los temas de análisis reiterados que se dan en varios
ministerios y en embajadas argentinas en el exterior. Según pudo
saber La Nacion, hasta el presidente Mauricio Macri se muestra
ansioso por conocer los detalles de fechas y números de eventuales
inversiones externas. La explicación de tanta premura oficial es
simple: la Casa Rosada necesitará de fondos frescos e ingreso de
divisas inmediatos para sus arcas a fin de compensar tanto ajuste y
programación de obra pública.
Macri
inaugurará hoy el Encuentro Empresarial Iberoamericano, que reunirá
a funcionarios, banqueros y empresarios de la Argentina y España
para analizar las posibilidades de acuerdos comerciales y de
inversión. Pero nadie espera que de allí salgan anuncios concretos.
Se trata de una nuevo road show argentino con empresarios
extranjeros.
¿Cuántas
visitas de presidentes y viajes oficiales más harán falta para que
lleguen en lo inmediato los fondos de inversión? La pregunta aún no
tiene respuesta. Sólo recibe ansiedad oficial.
"Por
ahora sólo hay veedores de empresas extranjeras y clima de
optimismo. Pero en el Gobierno los funcionarios que vienen del sector
privado se tienen que acostumbrar a que los tiempos del Estado son
otros", dijo ayer a La Nación un destacado diplomático
argentino. Basta un ejemplo de los tiempos del Estado y de los
privados: el presidente Carlos
Menem asumió en 1989 y la primera ola de inversiones europeas llegó
recién a fines de 1992.
El
ex ministro de Economía Roberto Lavagna agregó ayer un
dato inesperado: el cierre tan oneroso de bonos crea el riesgo de
volver a entrar en la etapa de endeudamiento y observó que "quedan
todavía posibles litigantes".
La
Cancillería se ilusiona con un aumento de las exportaciones a
Estados Unidos que inflen las arcas estatales de dólares. El
embajador argentino en Washington, Martín Lousteau, trabaja a
destajo por ello. Pero la ecuación no parece fácil de resolver.
El presidente del Senasa, Jorge Dillon, dijo
ayer que se están adaptando las técnicas en laboratorio para la
detección de la bacteria Escherichia coli acorde con las normas de
Estados Unidos, y estimó que recién "en el segundo
semestre" de este año la Argentina podrá estar operativa en el
mercado de carnes de ese país.
El
ministro de la Producción, Francisco Cabrera, se reunirá hoy con su
par de Desarrollo de Brasil, Armando Monteiro, para analizar la
marcha de la economía de los dos países y la situación del
comercio. La crisis que rodea a Dilma Rousseff llena de
interrogantes a los funcionarios argentinos: ¿en cuántos puntos se
verán resentidas las exportaciones argentinas a Brasil?, se
preguntan. Las ventas a Brasil tuvieron el peor marzo de la última
década. En el primer trimestre la balanza comercial entre ambos
países arrojó un déficit para la Argentina de US$ 1112 millones.
El
Gobierno sabe que necesita pasar de inmediato de las bienaventuranzas
a los libros de contabilidad para mejorar la economía. Pero hasta
ahora la realidad se encarga de impedir esa estratagema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario