Posaron
sonrientes para los flashes, en lo que aparentaba ser una reunión
amena y cordial. Pero cuando se retiraron los fotógrafos, el clima
cambió: Vidal alzó la voz más de una vez para hacerle fuertes
reproches a Arroyo. La relación entre la gobernadora bonaerense y el
intendente está en su peor momento.
Vidal
no oculta su preocupación por la crisis política que se desató en
Mar del Plata tras la salida del Gabinete de seis funcionarios en
menos de cuatro meses. Cuestiona la forma de manejarse de Arroyo en
el poder y mira de reojo la realidad social de la ciudad, golpeada
por la desocupación.
La
decisión de la gobernadora de seguir de cerca la gestión del
intendente no fue antojadiza. A Vidal no se le pasa por alto que Mar
del Plata tiene una población más grande que nueve provincias y es
el segundo distrito con mayor cantidad de votantes dentro de la
provincia de Buenos Aires después de La Matanza. No lo dirá en
público, pero la “buena gestión” bonaerense será clave para
las chances electorales del Gobierno en las cruciales elecciones
legislativas de 2017.
“Sabemos
que Arroyo recibió una herencia pesada de la gestión anterior, con
un déficit importante. Eso es innegable. Pero tiene una manera
particular de gobernar: se corta solo y no deja que lo ayudemos”,
le reprochan los colaboradores más cercanos de la gobernadora.
Además,
admiten por lo bajo que no encuentran interlocutores en el gabinete
de Arroyo. La renuncia de Emiliano Giri -una figura fuerte del
macrismo en Mar del Plata hasta que su nombre quedó salpicado en un
caso de corrupción- achicó los canales de diálogo.
En
la Casa de Gobierno bonaerense también hay malestar por las
declaraciones a la prensa de Arroyo. En más de una oportunidad, el
intendente reclamó fondos y medidas a los gobiernos provincial y
nacional. “Desde que asumió, Arroyo viajó pocas veces a La Plata
y lo hizo para pedir ayuda económica. Hay funcionarios que no le
conocen la cara”, comentan en los pasillos de la gobernación. La
preocupación de Vidal por la gestión de Arroyo llegó a oídos del
presidente Mauricio Macri.
En
el entorno de Vidal hay posturas divididas. De un lado, están
quienes intentan apuntalar la gestión de Arroyo a través del
tablero de control, una suerte de intervención dispuesta por la
gobernadora para poner la lupa sobre las medidas del gobierno
municipal. Del otro, los más críticos ya se animan a decirle a
Vidal que se despegue del intendente. “No hay que esperar más, es
el momento de diferenciarse de Arroyo”, repiten amparados en la
buena imagen que goza la gobernadora, según las principales
encuestadoras privadas...
Pese
a los cortocircuitos con Arroyo, la mandataria es cauta. Quienes
forman parte de la mesa chica, aseguran que a Vidal no se le cruza
por la cabeza soltarle la mano al intendente. “Necesitamos que a
Arroyo le vaya bien, Mar del Plata es una vidriera del país -dicen-.
La relación es tensa, pero Vidal tiene la voluntad de ayudarlo. Y lo
va ayudar para que no se estrelle contra un tren de frente”. La
gobernadora dio el primer paso esta semana: le envió casi 23
millones de pesos a Arroyo para seguridad.
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