He
recibido primero con curiosidad, luego sorpresa, para pasar al
estupor/indignación, el pedido solicitado en el cuaderno de
comunicaciones del día viernes 22 de abril del 2016, para que
nuestros hijos, de la Escuela República de Colombia n° 26, DE 6,
del barrio de Boedo, participen del programa “mi escuela
saludable”, en el mismo se indica que se le harán preguntas sobre
sus hábitos alimentarios y toma de medidas corporales, como así
también el uso del acelerómetro para medir la actividad física
cotidiana. Dicha actividad dice estar coordinada por la Dirección
General de Desarrollo Saludable del Gobierno de la Ciudad, y el ILSI-
Argentina (Instituto Internacional de Ciencias de la Vida).
La
curiosidad: interesante que se haga un estudio de estas
característica sobre el estado de salud de nuestros hijos/as, pero
también me llamó la atención que no se establezca en la
comunicación los objetivos del estudio, la resolución de
autorización de la investigación en las escuelas públicas por
parte del Gobierno de la Ciudad, la resolución de un comité de
ética sobre la misma (toda investigación, que involucra personas
necesita ser evaluado previamente por un comité de ética en el cual
quede claro que no genera ningún tipo de daño psico-social la
participación de personas en este tipo de investigaciones, no viola
derechos, durante o post realización del estudio, y más aún cuando
se trata de niña/os, quienes además deben tener la autorización de
padre/madre o responsables de ellos) y el proceso de divulgación de
resultados, lo digo como curiosidad además, y también bajo el mismo
estado de ánimo, dice una Evaluación de Impacto de “Mi Escuela
saludable”, y no se desarrolla una línea de qué es efectivamente
lo que se va a analizar para comparar, y evaluar el impacto de qué y
qué se va a hacer con los resultados.
La
sorpresa: viene el pedido de autorización diciéndome que he
recibido suficiente información, y por lo cual autorizo o no a mi
hijo sobre la participación en el estudio, lo cual como indiqué en
las frases anteriores, como mínimo eso no es acertado, porque la
información es lo menos que presenta el pedido hacia padres/madres.
Me llamó la atención que además del Gobierno de la Ciudad,
estuviese participando la institución llamada ILSI-Argentina
(Instituto Internacional de Ciencias de la Vida). Recordando además
la imposibilidad durante el año 2007, y también 2015 la
realización de un estudio sobre violencia y discriminación en
escuelas públicas y privadas en la Ciudad de Buenos Aires,
auspiciado por UNICEF , el INADI y la UBA, instituciones de alto
reconocimiento social, con expertos idóneos en su áreas,
y sopesando en sus investigaciones todos los requerimientos técnicos
y éticos para realizar un estudio sobre niños y adolescentes;
justamente por la no autorización de realizar dichas investigaciones
en el ámbito escolar (conocimiento de primera mano,
porque dirigí ambos estudios, en esos años). Además también me
sorprendió que dicho estudio sea llevado a cabo entre el Estado y
una ONG, y no universidades, centro de investigaciones, organismos
internacionales, o instituciones de renombre en argentina, como la
Sociedad Argentina de Pediatría, entre otros.
El
estupor y la indignación: como esta situación me daba “mala
espina”, busqué directamente la página de ILSI Argentina
(invito a realizar lo mismo: http://www.ilsi.org.ar/index.php?) y
al curiosear y sorprenderme sobre miembros y acciones pasadas, el
cuadro inicial fue generándome primero estupor (estado de conmoción
que asombra y no permite la reacción), para pasar a la indignación
(enfado que genera una situación de base injusta, ofensiva y
perjudicial), al encontrar como asociados o que brindan valiosa
colaboración, a la institución que quiere evaluar el estado de
salud de nuestros hijos y la promoción de hábitos de alimentación
saludable, a empresas como Coca Cola, Monsanto, DSM Nutritional
Products, entre otras. Su fundador a nivel internacional, y no es
un cuento de Pescetti, fue Alex Malaspina, vice-president of
Coca-Cola!, denunciado además por el diario “The Guardian”,
(http://www.theguardian.com/uk/2003/jan/09/foodanddrink) de
influenciar con técnicos organizaciones como la Organización
Mundial de la Salud, en ejercer "influencia indebida" sobre
las políticas destinadas a proteger la salud pública, que a través
campañas, como en la Argentina hasta el año pasado, limitan y
promueven la cantidad de grasa, azúcar y sal que consumimos.
El
informe del diario inglés elaborado por un consultor independiente
para la OMS, determina que:• empresas de alimentos intentaron
colocar científicos favorables a sus puntos de vista sobre los
comités de la Organización para la Agricultura y la Alimentación
(FAO) y la OMS., financiando grupos de investigación y de políticas
que apoyaron sus puntos de vista, financiando individuos que
promovieron "la ideología anti-regulación" estatal en los
productos alimentarios, que producen estas empresas.
No
quiero abonar más en las deducciones a partir de la información de
lo que esconde este nuevo modelo de intervención estatal en
Argentina, y en mi caso particular, y previendo la potestad que me da
ley sobre mis hijos, no convalidaré esta farsa de investigación, y
denuncio como un ciudadano más, la intencionalidad no
transparente (porque si lo dijeran, las quejas serían mayores) de la
promoción de hábitos alimentarios saludables, de empresas
alimentarias transnacionales, y que las acusaciones públicas
nacionales e internacionales abundan sobre ellas, como Monsanto, Coca
Cola, entre otras.
Quien
les escribe es padre de la escuela, docente de la Universidad de
Buenos, Aires, investigador del Instituto Gino Germani de la Facultad
de Ciencias Sociales de la UBA.
Chávez
Molina
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