Cristalería San Carlos se fundó
en 1949 en el marco del proceso de sustitución de importaciones que
llevó adelante Juan Domingo Perón, atravesó todos los gobiernos
con sus distintas políticas económicas y al día de hoy tiene 109
empleados.
No por nada, en 2014, la ciudad de San Carlos fue nombrada cuna
nacional del cristal artesanal bajo la ley 28.866. La administración
provincial hizo lo mismo con la ley 13.415 en cuyo artículo número
2 se expresa el compromiso de la provincia para “generar los
recursos necesarios para resguardar la industria”.
Pero
la actualidad no pinta nada bien para la empresa. En diálogo con
Rosarioplus.com Ricardo Gaminara, actual director de Cristalería San
Carlos, contó cuál es la situación particular de la fábrica con
un panorama en el que
las importaciones aumentan, los servicios son más caros y el dólar
a 15 pesos encarece los insumos, y hace que su producción sea más
cara.
“Nuestra capacidad de
competencia es nula”,
lamenta. Y aporta datos que grafican lo endeble de esta industria
nacional. Hay un excedente en el mundo del tipo de productos que se
fabrican en San Carlos y las proporciones de sus competidores
asustan.
Gaminara
resume: la
industria del cristal en Brasil es 29 veces más grande que en
Argentina, lo cual implica que con un día de trabajo de esta
industria se cubre lo que se produce en el país en un mes. China es
otro caso descomunal: por cada industria argentina del cristal hay 57
en el país asiático. "Esto quiere decir que con un día de
trabajo de China, se cubre la producción Argentina de dos meses, con
6 días la de un año",
resume.
“Sin
duda, los que pensaron en la apertura de importaciones sin
discreciones no
atienden a un desarrollo regional, federalizado. Al contrario, están
pensando en una economía mercantilista, unitaria y centralizada”,
sentenció.
Agrega que “este
proceso va a diezmar la industria, de cada diez va a quedar una en
pie, con la consecuente pérdida de fuentes de trabajo. Obviamente,
esto permite negociar sueldos a la baja y salarios de hambre, que es
al parecer lo que se pretende”.
Desde
la dirección de la empresa aclaran que tras el recambio presidencial
no esperaban otra cosa.
“Nosotros cuando supimos quién ganó decidimos parar un horno en
diciembre”, sostiene. Y detalla que “un horno menos implica entre
un 25 y un 30 por ciento menos en piezas elaboradas. Pero
las piezas que se pierden, que dejamos de producir, son las de la
línea alta que implican más recursos, aquellas que tienen doble
color, platinado”.
“Por otra parte la línea baja
que son copas, vasos, regalos empresarios y bodega, es justamente lo
que más entra con las importaciones con las que no podemos competir
en precios”,
explica. Las armas que le quedan para sobrevivir son pocas:
“Usaremos las mismas armas que nos dejaron los 90. Es triste, pero
nos pagan para que salvemos la empresa y la variable de ajuste
terminan siendo los trabajadores”.
“A nosotros nos bajan los
números y tenemos que comunicarles decisiones a personas. San Carlos
es un pueblo chico y uno conoce a las familias de las personas con
las que trabaja. Es duro”, sostiene Ricardo. “Pero bueno, se
podría definir a esto como un problema que la gente eligió”,
opina.
Con
el correr de los meses
se licenciaron a trabajadores y desde la dirección aseguran que no
se renovarán los puestos de las personas que se jubilen. “Es
realmente triste, porque además esto es un arte milenario que se
trasmite de generación en generación y con cada persona perdemos un
recurso muy difícil de volver a recuperar”,
lamenta.
En
cuanto a las expectativas sobre el segundo semestre, el directivo
expresó que desde
la empresa no se esperan mejoras, por el contrario lo que se espera
“es que esto toque fondo rápido, hasta que no llegues al fondo no
sabés cuando empezás a recuperarte” y
este tocar fondo, aclara, “tiene
que ver con la capacidad de la gente de organizarse. Venimos
acostumbrados a un nivel de consumo alto y esto fue un cambio de
dirección abrupta. No creo que se pueda sostener por mucho tiempo”.
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