Después
de la brevísima y friccionada cita con Mauricio Macri, el
Papa se encerró en el Vaticano durante cuatro días con un grupo de
obispos latinoamericanos y tres dirigentes laicos. Uno de ellos fue
el abogado católico Juan Grabois, quien tiene trato directo y casi
familiar con Francisco.
Líder de una confederación de trabajadores precarios (la CTEP),
Grabois piensa que las
diferencias entre el presidente y el Papa exceden largamente lo
personal y refieren a miradas políticas, económicas y humanitarias
antagónicas.
De perfil bajísimo, Grabois aclara
casi como un latiguillo que él no habla en nombre del Papa, aunque
Francisco lo tenga entre sus interlocutores preferidos a la hora de
tomar la temperatura social de la Argentina. Durante los cuatro días
que duró la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión para
América Latina, en la que se debatió sobre el rol de los laicos en
la Iglesia, Grabois paró en el Vaticano.
“El
mensaje del Papa trasciende a Macri. Hay una incompatibilidad entre
los valores cristianos que promueve Francisco y los del capitalismo
más insensible, posmoderno y neoliberal”,
opina Grabois, uno de los impulsores de la Confederación de
Trabajadores de la Economía Popular, un espacio de trabajadores
precarizados (cartoneros, vendedores ambulantes, campesinos,
costureros, artesanos y obreros de empresas recuperadas), que reúne
a más de 10 mil cooperativistas.
Además
de ser una organización apadrinada por el Papa, la CTEP fue una de
las más activas en la protesta contra la detención de Milagro Sala.
“Mientras acá
bajan las retenciones a la minería, el Papa saca una encíclica
ambiental. Arreglan con los buitres, y Francisco condena el
endeudamiento y la usura. Además, reivindica el rol de los sectores
populares y las organizaciones de los más pobres, a los que acá se
reprime.
No es personal. Es un tema de distintas orientaciones de proyectos de
civilización”, explica Grabois.
Sobre
las duras críticas de Elisa Carrió a Francisco, considera que
Lilita cumple un rol acordado con el macrismo. “Es
cínica: intentó hacer campaña usando al Papa; se postula como
honesta y está lejos de ser un ejemplo de austeridad. Es funcional a
sectores conservadores”,
asegura.
Pero
lo que más le molesta a Grabois no es lo que diga Carrió: es que
los obispos no la desmientan. Según él, “callan por miedo”.
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