Por
Gabriel Meraud | 2 de julio de 2016
Le
dijo Usted a los artistas que mejor hablen de teatro y cine, que no
hablen más de política por que la política… En fin, es
difícil saber si hubiera sido Beethoven, Verdi, Picasso,
Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Ernest Hemingway o Tadeus
Kantor quien lo hubiera
refutado mejor.
Hemingway
dejó los Estados Unidos y viajó a España para tomar un fusil
sumándose a las brigadas internacionales y combatir contra Franco en
la Guerra Civil Española. Picasso, juró no pisar España
hasta la muerte de Franco y murió en Francia sin la suerte de haber
sobrevivido al dictador en tanto que Verdi, tan importante
para el teatro de ópera que Usted dirige con escasos saberes, era un
líder tan iconográfico de la construcción de la república de
Italia que decir Viva Verdi o decir Viva Italia, representaban como
sinónimos estar embanderado con la tricolor. Sartre y Simone
De Beauvoir se declararon ateos, marxistas, comunistas pero tomaron
distancia del régimen soviético a partir de las invasiones a
Hungría y Checoslovaquia sin distanciarse jamás de la
revolución cubana a la cual apoyaron hasta el día de su muerte,
se reunieron con el Che Guevara y combatieron el imperialismo
norteamericano y siendo franceses, se postularon como enemigos de
toda forma de colonialismo y rechazaron la represión contra la
libertad de Argelia llevada a cabo por los franceses en medio del
gobierno de derecha nacionalista de De Gaulle… y fijaron
posición política sobre cada conflicto que pudieron abarcar a lo
largo y a lo ancho del planeta. De más está decir que Beethoven
era apasionadamente republicano y fue el primer músico independiente
de la historia de la música erudita europea para no ponerse de
rodillas ante la nobleza y que con la llegada de los ideales de
la revolución francesa a Viena, Mozart, tomó idéntica postura y
pasó hambre para no subordinarse a la nobleza aceptando ya
mecenazgos. Tadeus Kantor, como director teatral conservaba la
costumbre de permanecer en el escenario junto con los actores:
durante la resistencia polaca hacían teatro clandestino y si
entraban los nazis ametrallando el escenario, él, como autor
intelectual de ese hecho teatral, debía morir junto a sus actores.
Ese habito se convirtió en ritual y Tadeus Kantor miró la
perfomance de sus actores desde arriba del escenario hasta el final
de sus días. “Que revienten los artistas”, la genial pieza de
Kantor que le da nombre a esta carta, termina con los actores
atrincherados tras sus objetos escenográficos de teatro pobre,
disparando con trabucos al infinito. Eugenio Barba toma la acción
de Antigona (símbolo de valentía en la rebelión contra el orden
establecido) de enterrar a su hermano desobedeciendo a Creonte, para
definir al teatro mismo: ella ni siquiera tiene fuerzas para
enterrarlo, se rompe las uñas tratando recoger un poco de polvo de
la tierra seca para esparcirlo sobre su pecho: un ritual simbólico,
vacío e ineficaz contra el horror que cumple por necesidad personal.
Y que paga con la vida. Eugenio Barba define entonces teatro como ese
ritual ineficaz contra el horror, que llevamos a cabo por necesidad
personal y que en algunas partes del mundo pasa desapercibido, pero
en otras partes del mundo le cuesta la vida a quienes lo practican.
Me falta Bertolt Bretch y varios centenares más de artistas tan
trascendentes y profundamente politizados pero temo que esta carta se
vuelva interminable. En la muestra de los pintores mexicanos que
habitó el Museo Nacional de Bellas Artes en estos días (seguramente
por que fue programada antes de la llegada del nefasto gobierno de
Cambiemos que la hubiera descartado por ideológica) encontré un
manuscrito de nuestra querida Liliana Porter. Me llamó la atención
este fragmento del texto: “la posición de no comprometido es en sí
un compromiso, pero con la reacción.”
Para
terminar, soy uno de los artistas que reclama su renuncia aunque
si no va Usted a renunciar, ya sería algo que contuviera su
verborragia. Porque asumo que no hablar, es la única forma que
Usted tiene de no decir pelotudeces.
Nunca
suyo. Gaby.
No hay comentarios:
Publicar un comentario