NODAL
- 24 OCTUBRE, 2017 - POR CARLA PERELLÓ –
El
gobierno “ha superado con creces y sorprendido” en el test de
gobernabilidad que ofrecen las elecciones legislativas en Argentina
al imponerse con el 42 por ciento de los votos, sostiene Luis Tonelli
al ser consultado por Nodal. Él es analista político y profesor
titular de Política Comparada de la Carrera de Ciencia Política de
la Universidad de Buenos Aires.
¿Qué
análisis hace sobre los resultados de estas elecciones legislativas?
Las
elecciones legislativas de medio término siempre han sido un test de
gobernabilidad para un gobierno no peronista. En esta oportunidad, el
gobierno ha conseguido una imagen de gobernabilidad, porque ha
superado con creces y casi ha sorprendido con su triunfo en muchas
provincias donde no se esperaba que pudiera ganar. Por supuesto
que esto en la Argentina está ad referéndum (N. de R: Para o hasta
que se refrende o apruebe) de toda una serie de variables que hoy no
nos podemos imaginar, como ser variables económicas y sociales. Aun
así, es cierto que el gobierno ha llenado el tanque de la
gobernabilidad, y con votos.
¿Por
qué considera que ganó Cambiemos?
El
triunfo de Cambiemos se apoya en tres pilares. El primer pilar es
un vacío político que deja el kirchnerismo con la consecuente
perplejidad de este movimiento. Como siempre pasa en las crisis
por shock externo, esto es una caída en las commodities que impacta
de lleno en su programa económico y social. Y es algo que le pasó
al kirchnerismo y a todos los movimientos de izquierda populares en
América Latina. Y, la interpretación que se hace aquí es siempre
una interpretación ética de la crisis de los movimientos populares,
que entiende a los escándalos de corrupción como la clave para
comprender los problemas económicos.
En
ese sentido, el no peronismo se coloca en frente y llena ese espacio
vacío basado también en los escándalos de corrupción evidentes de
la última etapa del gobierno anterior. El segundo pilar, si se
quiere funcional, es gracias a que el kirchnerismo no pudo tomar
deuda, dada sus características de conflicto con los centros de
poder internacionales. En cambio, el gobierno actual tiene esa
espalda financiera muy importante para acometer los problemas
económicos con gradualismo, con un endeudamiento a tasas bajas,
que puede mantenerse por un tiempo largo y que le ha permitido
cimentar un triunfo atrayendo a sectores populares sin la necesidad
de pasar por ajustes salvajes. Y, el tercer pilar, es muy
importante y es estético: Cambiemos evidencia toda una nueva
estética de lo que podríamos llamar la nueva política que en
última instancia se coloca como contraria a la vieja política.
Estas nuevas técnicas de comunicación y esta nueva estética
cimenta la idea de cambio y hoy la idea de cambio es una idea
mayoritaria en Argentina.
Usted
dijo que a más participación del electorado sería más favorecido
Cambiemos, ¿por qué?
El
aumento de participación del umbral de votos, especialmente en la
provincia de Buenos Aires, favorece a Cambiemos. Esto se debe a que
el electorado que tiene más reticencia a ir a votar es el de
mayor edad, que en su mayoría es favorable a Cambiemos, y el
electorado del interior de la provincia de Buenos Aires que también
es favorable a esta fuerza.
El
triunfo de Cambiemos también es interesante como novedad
sociopolítica. En Argentina el electorado se divide en tres
tercios: el Conurbano, el correspondiente a las provincias chicas y,
el otro, el tercio de las ciudades grandes y del interior de la
provincia de Buenos Aires, que es básicamente el centro de apoyo de
Cambiemos. Así fue que pudo llegar a la presidencia Mauricio
Macri. Pero en estas elecciones hay otro tipo de coalición
incipiente que es novedosa, que es entre las ciudades grandes y el
interior de la provincia de Buenos Aires a la que se agregan algunas
provincias chicas.
Ya
esto había empezado en Jujuy, con (el gobernador) Gerardo Morales;
pero ahora se vislumbra el triunfo en Chaco, Salta y La Rioja. Y esto
es nuevo, se puede decir que esta es la base de las coaliciones
liberales conservadoras, es típico de los gobiernos conservadores
populares que se apoyan en el electorado del interior de las
provincias a lo que se le suma la clases medias liberales.
¿Qué
análisis hace de la situación del peronismo?
El
peronismo está quizá atravesando su peor hora histórica en la
nueva democracia argentina, que comenzó en 1983. Uno puede
decir, bueno, en 1985 también el peronismo quedó fragmentado ante
el triunfo legislativo de (expresidente radical) Raúl Alfonsín, fue
así, pero en ese momento nació la renovación.
El
exgobernador de la provincia de Buenos Aires, Antonio Cafiero; el
expresidente Carlos Menem y exintendente de la Ciudad de Buenos Aires
Carlos Grosso, encarnaban la renovación y quedaron bien parados en
ese año. En estas elecciones quien queda como referente del
espacio peronista es Cristina Fernández de Kirchner y uno lo que
puede decir es que ella se coloca como alteridad de este modelo.
Vale
decir que solamente en la crisis de Cambiemos puede ser que el
liderazgo de ella renazca como potencialmente presidenciable. Esto
es azaroso, a Cambiemos le puede ir bien o pueden cambiar las etapas
o pueden pasar estas coyunturas y volverse todo viejo, como ha
pasado en la Argentina. Así que el peronismo no es un partido de
oposición, es un partido de poder. Y, se podría decir
sarcásticamente, que el peronismo sin la posibilidad de vislumbrar
un horizonte de poder, está de vacaciones.
¿Y
cómo queda la figura de Cristina Fernández de Kirchner?
Cristina
Fernández de Kirchner no queda como la alternativa a Cambiemos, sino
como la alteridad a un modelo político. Sólo en la crisis de
este modelo político que comienza a consolidarse con el triunfo de
Cambiemos, es posible pensar en un regreso de ella. Eso queda
evidenciado porque el peronismo se ha fragmentado y en gran medida
huye de su liderazgo, entonces todo dependerá de cómo se
desenvuelven los tiempos para Cambiemos y su éxito relativo. Si
tiene éxito relativo el peronismo tarde o temprano va a encontrar
una alternativa, sino se verá qué sucede con esta alteridad al
modelo de Cambiemos que, por ser polar y estar colocada en las
antípodas ideológicas, sólo puede permitir una crisis explosiva.
¿Tiene
alguna lectura sobre el crecimiento del Frente de Izquierda de los
Trabajadores (FIT) y el rol que puede llegar a jugar de aquí en
adelante?
El
voto del FIT es el voto típico de protesta frente al sistema. Al
no haber alternativas intermedias lo que quedan son alternativas de
protesta que estén al margen del sistema. Pero es una muy buena
oportunidad para el FIT para crecer y creo que ahí la agenda tiene
que ser de valores, diría, poscapitalistas. La cuestión ecológica,
la cuestión de derechos de las minorías, las cuestiones que tienen
que ver obviamente con la pobreza y la marginalidad, pero tratadas en
términos modernos.
Me
parece que ahí hay figuras jóvenes que pueden llegar de la manera
en la que hoy se llega al electorado que es a través de los medios y
esto choca evidentemente con una base ideológica dogmática, pero
las reglas del juego no las pone la izquierda, las pone el
sistema. Aun así, creo que es una buena oportunidad. Me parece
que el FIT no tiene que jugar a la crisis, porque el partido de la
crisis es el peronismo. Ante la hegemonía, decía Gramsci, puede
crearse una contrahegemonía, la crisis genera el pánico y va al
partido de los factores de poder. Entonces, me parece que el FIT
tiene que tener una agenda, de alguna manera, de poscrisis o
precrisis.
Martín
Rodríguez, periodista y analista político: “Este gobierno fue
políticamente subestimado y económicamente sobreestimado”