REDACCIÓN
BBC - 16 MARZO 2017 -
Islandia
no tiene demasiadas cosas en común con Grecia. Pero la isla
gélida al borde del Ártico y el país del Mediterráneo tuvieron
unas devastadoras pérdidas económicas durante la crisis financiera
mundial que se desató en 2008, y cuyas consecuencias aún siente
Europa.
La
diferencia es que Grecia sigue sumida en una profunda crisis
económica, mientras que Islandia ha podido estabilizar su situación,
y este martes retiró los estrictos controles de cambio impuestos
hace nueve años para salvarse del caos. Ello hace que muchos se
planteen qué podrían aprender Grecia y otras naciones en problemas
de la experiencia islandesa. Islandia fue una de las primeras
víctimas europeas de la crisis financiera global. En muy pocas
partes fue tan devastador su impacto inicial.
La
isla, de apenas 328.000 habitantes, llevaba años en una bonanza
impulsada por sus bancos, que operaban con poca regulación y se
habían endeudado a niveleshistóricos.
En
medio del auge financiero, multinacionales islandesas compraban
empresas en todo el mundo. Pero los bancos llegaron a tener
pasivos por valor de US$86.000 millones en una economía cuyo PIB
apenas llegaba a US$13.000 millones en 2009.
Cuando
la crisis financiera empezó a propagarse a fines de 2008 desde Wall
Street al resto del mundo, los bancos islandeses también se
derrumbaron como un castillo de naipes. Pero la respuesta de
Islandia no fue la que indicaban los libros de texto. Muchos
expertos han indicado que, en una crisis financiera, pese a que es
una medida muy impopular, tiene sentido que los gobiernos rescaten a
los bancos con dinero de los contribuyentes, incluso si la crisis
es causada por errores de esos mismos bancos. La razón,
argumentan, es que una quiebra masiva de bancos puede tener un efecto
devastador y duradero sobre el resto de la economía, como el que se
presentó durante la Gran Depresión de la década de 1930 en Estados
Unidos.
Por
lo que a veces se cree que resulta menos caro que el gobierno
gaste millonadas rescatando a los banqueros, que sufrir la recesión
que su colapso produciría en el resto de la economía. Los
islandeses no estuvieron de acuerdo con esa receta tradicional.
En
cambio, el gobierno del momento dejó ir a los tres principales
bancos del país a la quiebra. "El 97% del sector bancario
colapsó en cuestión de tres días", le dijo a la BBC Gudrun
Johnsen, miembro de una comisión creada en Islandia para estudiar
lecciones de esa crisis.La quiebra bancaria, efectivamente, sepultó
a la economía islandesa en una profunda recesión, tal como
advertían los expertos. El PIB colapsó, cayendo siete puntos
porcentuales en un año. La moneda, la corona, se devaluó en un 80%.
Y se impusieron controles a las divisas extranjeras.
Pero
la recuperación que siguió fue relativamente rápida. Los
balances contables de los bancos no siguieron generando
incertidumbre. Muchos inversionistas aceptaron sus pérdidas y
retomaron sus vidas. No se usaron tantos recursos públicos para
rescatar banqueros irresponsables. Y al devaluarse la moneda
local, los bienes y servicios islandeses se hicieron más baratos
para los extranjeros.
Ello
contribuyó al despegue de una nueva bonanza, esta vez en el
turismo internacional, que se ha convertido en el negocio más
dinámico de la nueva Islandia.
El
país creció a una tasa del 7,2% en 2016, una cifra envidiable
comparada con el estancamiento que aqueja a muchas otras naciones
europeas.
¿Éxito?
Hay
quienes vacilarían en describir la trayectoria de Islandia como un
gran éxito económico. Es, al fin y al cabo, apenas la recuperación
de la crisis financiera más profunda que hayan sufrido en su
historia moderna... Pero es inevitable la comparación con la
desesperadamente lenta recuperación económica de muchas naciones
europeas. En primer lugar, muchos interpretan que la lección
de Islandia es que no es tan necesario en las crisis financieras
rescatar a los bancos, como hicieron muchos países. Pero hay que
hacer nuevamente la salvedad de que en el caso islandés, dejar que
los bancos fueran a la quiebra fue una decisión más fácil de tomar
que en otras partes, pues la magnitud descomunal de las deudas hacía
básicamente imposible que el gobierno pudiese asumir las
obligaciones de estas instituciones financieras, incluso si hubiese
existido la voluntad política de hacerlo.
Su
propia moneda
También
se habla mucho, en comparación con Grecia, por ejemplo, del papel
que tuvo la flexibilidad en el manejo monetario para empujar la
recuperación de Islandia. Los islandeses pudieron devaluar su
moneda para hacer más competitiva su economía al bajar los precios
para los extranjeros, mientras que Grecia estaba atascada con el
euro, una divisa que no controla, y por lo tanto se vio condenada
a una recesión mucho más prolongada.
En
toda esta discusión hay que tener en cuenta el pequeño tamaño de
la población islandesa, que hace todavía más complejo buscar
comparaciones significativas con otras naciones europeas.
En
cualquier caso, Islandia celebra este martes su regreso pleno a
los mercados internacionales y la "normalización" de su
economía a nueve años de la crisis que por poco la ve sepultada.
Una
normalización que sigue generando dudas sobre cuál es el
recetario aplicable para los países que sufran situaciones
semejantes en el futuro.
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