Deutsche
Welle (DW) - 3 octubre, 2017. - Por Viola Traeder.
“¿Lograremos
exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una
invencible repugnancia sin poderlo remediar”
Domingo Faustino Sarmiento
Domingo Faustino Sarmiento
La
desaparición del activista Santiago Maldonado ha vuelto a poner el
foco de atención en la violenta represión contra los mapuches en
Argentina. ¿Son legítimas las demandas territoriales de las
comunidades indígenas?
Desde
hace tres semanas, el paradero del activista Santiago Maldonado
mantiene en vilo a la sociedad argentina. El primero de agosto, el
joven de 28 años desapareció tras el desalojo violento de una
manifestación de la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia, en la
provincia de Chubut. Testigos aseguran que agentes de la
Gendarmería Nacional se llevaron a Maldonado a bordo de una
camioneta. Desde entonces no se ha vuelto a saber de él.
La
creciente represión contra el pueblo mapuche en Argentina ha sido
repudiada por académicos, organizaciones indígenas y organismos de
derechos humanos. Investigadores del Instituto de Ciencias
Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires publicaron un
comunicado al respecto en el que desmontan el extendido prejuicio de
que los mapuches invadieron Argentina desde Chile y exterminaron a
los pueblos originarios, como los tehuelches: “Los mapuches no son
‘indios chilenos’, sino pueblos preexistentes… Vivían en estos
territorios antes de que existieran los Estados… Los tehuelches,
por otra parte, no ‘se extinguieron’…”. Los investigadores
sostienen que las demandas territoriales de los mapuches “no son
actos terroristas ni amenazas a la seguridad nacional… Son llamados
de atención sobre historias silenciadas…”.
Adrián
Moyano, politólogo y periodista argentino, analizó para DW los
reclamos ancestrales del pueblo mapuche.
DW:
¿Cuál es la demanda concreta de los mapuches hoy día en relación
a las tierras ancestrales?
Adrián
Moyano: El pueblo mapuche perdió su libertad en el siglo XIX, cuando
se constituyeron Chile y Argentina como Estados. La demanda concreta,
entonces, es la recuperación de esa libertad perdida, a través de
los derechos que reconoce la legislación internacional, es decir, la
libre determinación y la autonomía. Si bien esas
reivindicaciones son más visibles en la actualidad a raíz de la
represión con que reaccionan los gobiernos tanto de Chile como de
Argentina, datan de comienzos de los 90, cuando se produjo el
surgimiento de un movimiento mapuche autónomo a ambos lados de la
cordillera. Desde ya, la demanda tiene un componente territorial.
Entre ellos, la entrega de títulos de propiedad comunitaria sobre
los territorios que en Argentina ocupan las comunidades desde fines
del siglo XIX o principios del XX.
¿Quiénes
hacen estos reclamos?
El
pueblo mapuche se compone de miles de comunidades, tanto en Chile
como en Argentina. Pero desde fines de los 80 y comienzos de los 90,
también se tornaron muy visibles organizaciones de carácter urbano
que comenzaron a levantar la demanda autonómica. Quienes impulsan
esas demandas entonces son las organizaciones más movilizadas y las
comunidades que se ven directamente afectadas por la variante
extractiva del capitalismo, es decir, las grandes trasnacionales de
la mega-minería o el petróleo, además de las empresas turísticas
y forestales. En la Argentina, hay grandes latifundistas que
también se llevan por delante los derechos mapuches.
¿Cuál
ha sido la respuesta de los gobiernos de Argentina y de Chile a las
demandas del pueblo mapuche?
Durante
el anterior gobierno de Argentina, se consideró a los pueblos
indígenas como un sector social más a incluir dentro de los planes
de asistencia social o incorporación a la economía capitalista...
Algunas
organizaciones mapuches comenzaron a hablar aquí de la
transformación del Estado para transitar hacia uno plurinacional,
pero esa reivindicación no se tradujo ni en leyes ni en hechos
concretos.
El
actual gobierno llegó al poder con el respaldo directo de los
sectores que se beneficiaron directamente de la Campaña al Desierto,
así que las cosas empeoraron visiblemente.
De
hecho, en las últimas semanas se advierte la clara intención del
gobierno nacional (argentino) de atribuirle al pueblo mapuche la
condición de enemigo interno, para justificar ante la opinión
pública episodios de represión. Yo creo que si algo se puede
aprender de la experiencia chilena después de 20 años, es que las
reivindicaciones mapuches merecen bastante más que respuestas de
índole policial.
¿Cómo
reacciona la sociedad argentina a estos reclamos?
En
general, con una gran desconocimiento. La mayoría de la sociedad
desconoce que la República Argentina se fundó sobre un
genocidio, no sólo en desmedro del pueblo mapuche, sino también de
otros pueblos indígenas. No sólo aquí -en la actual
Patagonia-, sino también en la región del Chaco. Entonces, la
mayoría de los argentinos son presa fácil de los estigmas que
imprimen los grandes medios de comunicación. Sin embargo, a
diferencia de la situación que se daba hace unos 15 años, son
cada vez más amplios los sectores solidarios en la sociedad no
indígena, que sabe que no tiene que aceptar acríticamente los
discursos hegemónicos. Cada vez más gente sobre todo a escala
regional -provincias de Neuquén, Chubut y Río Negro- expresa su
simpatía hacia las reivindicaciones mapuches en particular y de los
pueblos originarios en general.
¿Se
puede decir que la lucha mapuche por las tierras se ha vuelto más
violenta? ¿Hay diferentes movimientos, corrientes dentro de los
mapuches?
Como
todo pueblo, ¡claro que hay diferencias de criterio y expresiones
plurales! Que yo sepa, sólo una organización reivindica la
violencia política. Ese recurso no se ha generalizado y tiendo a
afirmar que no goza de consenso en la mayoría de las comunidades y
organizaciones, aunque el repudio a la violencia estatal a la
hora de la represión, es más bien unánime.
Fuente:
Deutsche Welle (DW)
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