La primera Marcha Federal,
remembranzas y diferencias con la segunda. Las dos CTA,
protagonistas. Los antídotos oficialistas y el mensaje de la calle.
La gravitación sindical en la protesta, el paro posible, mensaje a
la CGT. Los empresarios industriales, desangelados.
La primera Marcha Federal desembocó
en la Plaza de Mayo el 6 de julio de 1994. Carlos Menem llevaba cinco
años casi clavados en la presidencia. Los dos primeros repitieron y
ahondaron los problemas económicos que había heredado del gobierno
del presidente Raúl Alfonsín, incluyendo hiperinflaciones. En 1991
Menem descubrió su piedra filosofal: el Plan de Convertibilidad
urdido por Domingo Cavallo. El sociólogo Juan Carlos Portantiero
interpretó que esa etapa fue “la piedra del toque” de lo hoy
llamamos menemismo: “todo lo anterior fueron pruebas de ensayo y
error en las que el error lucía imbatible, una suerte de prehistoria
del fenómeno”.
La híper es una pesadilla
cotidiana, obsesionante, envolvente. La Convertibilidad le puso fin
como sucedió en otras latitudes: la cesó de inmediato, al modo de
un tiro en la frente. El alivio colectivo posterior constituyó un
capital político del que Menem sacó réditos durante dos períodos
presidenciales.
La convertibilidad y la entrega a
precio vil del patrimonio público-estatal eran una bomba de tiempo,
cuya lesividad se agravaba a medida que se prolongaba la paridad
peso-dólar. Los efectos arrasadores del ajuste noventista tardaban
en advertirse porque había paliativos, los retiros voluntarios de
los estatales entre tantos.
Hubo protestas pioneras contra Menem
y su modelo pero eran minoritarias. Este columnista no ahorra ni
ahorró críticas a Cavallo pero es cierto que, entre los adalides de
la derecha económica, fue acaso el único que dedicó atención a
recaudar impuestos, desde luego con política fiscal afín a su
paradigma.
-
La segunda, en otro contexto: La
segunda Marcha Federal de anteayer sorprendió por su convocatoria
masiva y por la transversalidad de los apoyos conseguidos paso a
paso.
Mauricio Macri no cumplió nueve
meses en la Casa Rosada y la movilización se enlaza con decenas
anteriores, con variados protagonistas y escenarios.
La recaudación cae en picada porque
el programa económico M renunció a cobrar impuestos por varias
vertientes: retenciones, IVA, ganancias, sin haber generado ningún
ingreso sustituto. Apuesta a llenar el tonel sin fondo con el
blanqueo (una inmoralidad que se puede usar una sola vez, una bala de
plata sucia) y el endeudamiento externo cuyas consecuencias
concretas, por ahí, se tardan en percibir porque muchos de sus
costos son diferidos. Ese es, dentro de las diferencias, un símil
con la devastadora acción del menemismo.
La reseña semanal reitera y agrega
huelgas, reclamos, índices desoladores que subrayan una tendencia.
El domingo pasado repasamos la cantidad de despidos. Ahorramos
números hoy: se corroboró que siguen in crescendo. Son una luz
roja, mientras las suspensiones y la mora patronal en el pago de
cargas sociales funcionan como amarilla: son indicios de parálisis
cuya continuidad detonaría nuevas cesantías.
Macri y sus adláteres buscan manos
negras K detrás de cada movida, arropados por los medios dominantes
que dibujan ese relato: se equivocan. Multicolor política y
socialmente fue la Marcha Federal, como casi todas las convocatorias
cotidianas. En la cadena TN explicaban que había contados
trabajadores, porque se “mezclaban” con militantes (que como todo
el mundo sabe son rentistas) y organizaciones sociales (cuya base, se
supone, son herederos de millonarios).
-
Antídotos de baja intensidad:
El oficialismo manotea dos tipos de antídotos para replicar a las
muchedumbres opositoras. El primero es redoblar, en yunta con los
medios dominantes, las denuncias contra la “corrupción
kirchnerista”. Todo vale en ese juego, por ejemplo, sacar del
frízer acusaciones ya rechazadas o maquillarlas para presentarlas
como nuevas. De cualquier modo, parece que el manejo es todavía
eficaz, por lo menos en el universo del cincuenta por ciento que votó
a Macri en la segunda vuelta electoral.
El segundo antídoto, cada vez más
inocuo, es reunirse “a dialogar” con dirigentes sindicales,
legisladores, gobernadores o dirigentes opositores o semi opositores
o pseudo opositores. El viernes el ministro de Trabajo, Jorge Triaca
(h), recibió a la cúpula de la CGT unificada. El encuentro resultó
chirle, tuvo sabor a nada evocando a la mejor creación del cantautor
estadista Ramón “Palito” Ortega: “¿Qué nos sucede vida, qué,
últimamente/ya discutimos por pequeñeces?”. Aquí y ahora no son
pequeñeces sino enormidades que los jerarcas cegetistas no tienen
margen (ni vocación, acaso) para ignorar.
El acto motorizado por las dos CTA
los interpela con más vigor que la retahíla de negativas del
ministro, quien ya les dio el bocado de las Obras Sociales. Pablo
Micheli y Hugo Yasky, Secretarios Generales de la CTA Autónoma y de
la CTA de los Argentinos, serena e inequívocamente les reclamaron un
paro general conjunto (pedido también por los asistentes) en medio
de un escenario que les daba oxígeno y fuerzas.
-
Memorias del mejor pasado: Fue
notoria la diferencia (medida en número y en capacidad de atraer
aliados de otros “palos”) con la Marcha de la Resistencia de la
semana pasada. El dato es instructivo y debería ser madurado por el
kirchnerismo.
Micheli y Yasky pusieron broche a la
lista de oradores, constituyó un acierto dejar a éste el cierre.
Yasky recuperó el mejor verbo de los fundadores de la CTA, Víctor
de Gennaro y Germán Abdala. Su discurso fue inclusivo e identitario,
subrayando el apoyo de distintas fuerzas políticas y vertientes
gremiales. Recorrió cuarenta años de historia, enalteció luchas
populares, homenajeó a las Madres y Abuelas de Plaza Mayo. Yasky
pronunció, tal vez, el mejor discurso de su carrera, considerando el
marco imponente y los desafíos. Es un gremialista docente al fin:
sigue viviendo como habla. Como lo hizo con el guardapolvo blanco
puesto, en el levantamiento de la Carpa Docente, cuando alboreaba el
gobierno del ex presidente Fernando de la Rúa. Anteayer recuperó
aquel mojón de las luchas sindicales contra el ajuste neo
conservador, comenzado cuando la aquiescencia y el silencio
acompañaban al neoliberalismo, con contadas y valerosas excepciones.
Brega constante y pacífica como ocurre ahora con las movidas que el
oficialismo intenta mancillar acusándolas de entorpecer el tránsito
o de incitar al golpe.
Fariseos hubo siempre, pobres
también… pero hay trances históricos en que las respectivas
cantidades crecen.
-
UIA, no hay nada para celebrar: El
2 de septiembre es el día de la Industria. El historiador Felipe
Pigna, con las clásicas ganas de fastidiar de los estudiosos,
recuerda que “la primera exportación argentina”, producida el 2
de septiembre de 1587, “encubre un acto de contrabando y comercio
ilegal”. Ese día zarpó desde el fondeadero del Riachuelo, que
hacía las veces de puerto de Buenos Aires, la carabela San Antonio,
rumbo al Brasil. Llevaba en sus bodegas cubrecamas, frazadas, otros
tejidos, sombreros y bolsas de harina, producidos en Santiago del
Estero. Pero en su interior, camufladas, según denunció el
gobernador del Tucumán Ramírez de Velasco, también cargaba barras
de plata provenientes de Potosí, cuya exportación estaba prohibida
por Real Cédula”. Aguafiestas al margen, esta vez la Unión
Industrial Argentina (UIA), que venía siendo claque del oficialismo,
tuvo que aceptar (a regañadientes) que no hay nada para celebrar.
La conmemoración en la UIA rezumó
melancolía y poco entusiasmo. El presidente viajaba a China, alguien
le sopló a la vicepresidenta Gabriela Michetti que era mejor no
asistir. Los popes patronales evitaron el cinismo de festejar.
Federico Sturzenegger, presidente
del Banco Central, se constituyó en la estrella de la semana, aunque
recibió más críticas que palmadas en la espalda. Predicó que el
año próximo, los sueldos deben aumentar entre el 15 y el 17 por
ciento, que son los porcentajes que su imaginación proyecta para la
inflación anual, sin que le crean ni los cofrades del equipo de
Macri con pensamiento propio. Algunos hay, aunque usted no lo crea.
Sturzenegger carga en su currículo
con haber sido partícipe necesario del Megacanje que terminó de
hundir al país. Es un fundamentalista del monetarismo, en grado
preocupante. El peligro de figuras así con poder es que el fanatismo
los obnubile y no entiendan las reacciones sociales frente a sus
alquimias. La furia de los aprendices de brujo es casi tan nociva
como sus medidas, porque los compele a insistir y, en el borde, a
odiar a quienes se les oponen.
-
Audiencias
y sentencia:
Las movilizaciones son variopintas, las tres más numerosas fueron
encarnadas por gremios y organizaciones sociales. Las cuatro
centrales obreras (con preeminencia cegetista) el 29 de abril, las
organizaciones sociales en San Cayetano, las CTA este viernes pasado.
Las convenciones colectivas, sus
pedidos de reapertura y los paros han sido las acciones opositoras
más determinantes a partir del 10 de diciembre de 2015. Lógica
pura, derivada del peso específico del sindicalismo en el sistema
político. El oficialismo va en camino de consumar una hazaña que
refleja bien un tweet del periodista Martín Rodríguez: “¿En un
año de gobierno reunificaron todas las centrales sindicales? Yo que
Macri en el saludo navideño lo incluyo como ‘mérito’”.
Los ciudadanos-usuarios de servicios
públicos, a su vez, encarnaron otra movida que le cambió la hoja de
ruta al macrismo.
El aumento de precio del gas sigue
en suspenso, a la espera del nuevo esquema tarifario y de la
audiencia pública. El gobierno la postergó unos días, al 16 de
septiembre, para que no ensombreciera un cónclave empresario VIP.
Simbolismo involuntario, el orden de prioridades: las corpos primero,
La Corte Suprema se apresta a
resolver un expediente que suspende el tarifazo de energía
eléctrica. Para el Acuerdo del martes 6 ya estará presentado el
dictamen de la Procuradora General Alejandra Gils Carbó y el
Tribunal podría resolver o tomarse unos días más.
La incorporación del juez Carlos
Rosenkrantz y la versatilidad ideológica de Ricardo Lorenzetti
alientan esperanzas del gobierno. Rosenkrantz es descripto como un
jurista market friendly en materia económica y liberal “a la
norteamericana” en materia de derechos civiles. Algo así como una
versión jurídica del diario ideal de Jacobo Timerman. Lo más
sensato es esperar y ver, desde ya.
-
Brasil, un precedente: La
mejor nueva para el Gobierno llegó de Brasil: el derrocamiento de la
presidenta Dilma Rousseff. El PT llevó al gobierno a un obrero de
cuna humilde primero, a una mujer después. Podría decirse que
concretaron dos ilusiones fundacionales del peronismo, que produjo
solo uno de esos logros. Avances así, ejemplares, irradian y
contagian a la sociedad. El gabinete del presidente Michel Temer
grafica el giro reaccionario: está integrado exclusivamente por
hombres blancos. Una señal de los tiempos por venir.
La reacción popular ante el despojo
pareció escasa, medida con ojos argentinos. El sociólogo Waldo
Ansaldi explicó ayer (en el programa Gente de pie que se emite por
Radio Nacional) que es bajo el “coeficiente histórico” de
movilizaciones políticas populares en el gigante vecino. Las hubo,
por cierto, en demanda de elecciones directas en los ‘80 y en la
promoción de impeachment al ex presidente Fernando Collor de Mello
en los primeros ‘90. El PT cambió en parte ese comportamiento pero
no contó con apoyo contundente en la hora decisiva.
En la Argentina, la acción directa
gravita mucho desde siempre, característica acentuada desde fin del
siglo XX. El Estado y las patronales privadas ponen cientos de miles
de personas en la calle. Los damnificados concretos y quienes
avizoran que pueden serlo se organizan, se hacen dueños del espacio
público y protestan. Bienvenida costumbre, cero novedad.
La factible huelga general, la
reunificación de la CTA y la acción sindical futura serán
determinantes en el futuro cercano, también caracterizado por la
relativa entropía de los partidos políticos opositores.
Por
Mario Wainfeld - mwainfeld@pagina12.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario