El juez federal Claudio Bonadio
sigue firme con su intención de destruir los 60 mil kits de moisés
y sacos de dormir del plan Qunita, inutilizados desde abril por
decisión del Gobierno. Pese al repudio que generó su resolución
entre médicos neonatólogos y pediatras, Bonadio rechazó ayer un
pedido del fiscal Eduardo Taiano para buscar la forma de
“acondicionar y adecuar” los posibles defectos del kit, a fin de
salvarlo. “No ha lugar”, dice el fallo de ayer del juez, que
reafirma que es “riesgosa utilización de dichos elementos” para
los bebés, el mismo argumento esgrimido por el Ministerio de Salud
para suspender el programa.
Bonadio había ordenado destruir los
moises y las bolsas de dormir amparado en un informe del INTI y en
recomendaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría, que alertan
sobre los riesgos que podrían implicar un mal uso de los elementos,
pero que de ninguna manera dictaminan que deben dejarse de repartir o
que deban ser incinerados. Como la factibilidad o no de su uso
continúa siendo tema de opinión entre especialistas, el fiscal
Taiano intentó hacer entrar en razón al juez y le propuso que
ordene al Ministerio de Salud corregir los posibles defectos del kit.
Esa misma idea había propuesto el prestigioso neonatólogo Alejandro
Jenik, quien había elaborado el informe sobre las fallas en las
bolsas de dormir. “Hay que sacarle a la discusión toda implicancia
política”, le dijo a Página/12.
En su escrito, Taiano –el mismo
fiscal que pidió llevar a juicio oral al ex jefe de Gabinete, Aníbal
Fernández– le pide a Bonadio que tenga en cuenta “el insumo de
dinero que implicó para el Estado la adquisición de las cunas y los
sacos”, y “la utilidad y la necesidad de los sacos de dormir
como herramienta útil para prevenir el Síndrome de Muerte Súbita
del Lactante”. En opinión del fiscal, el kit aún puede
resultar de “gran provecho y bien público”.
Según consta en el expediente, el
informe del INTI –fue pedido por el Gobierno anterior– critica
que la cuna puede desarmarse si el peso del bebé supera los 9 kilos.
El ex ministro de Salud, Daniel
Gollán, dijo a este diario que el moisés está pensado
para los primeros meses de vida del niño, es decir, antes que llegue
a ese peso. “Así buscábamos salvar dos mil muertes de
bebés por año que se producen por colecho”, explicó. “Era
una gran ayuda para las familias pobres, que no pueden comprar las
cunas. No tener una cuna es mucho más riesgoso”, aseguró la
neonatóloga Alicia Benítez, ex jefa de la maternidad Sardá.
Respecto de las bolsas de dormir,
tanto la SAP como Jenik habían advertido que el diámetro del cuello
podría provocar “sofocación mecánica” y “estrés térmico”.
Sobre este punto, Taiano pidió a Bonadio que convoque a expertos de
la Facultad de Medicina de la UBA y de la SAP para que “determinen
el talle (adecuado) de los sacos para eliminar el riesgo que podrían
generar”.
El ministro de Salud, Jorge Lemus,
mantuvo hasta ahora un llamativo silencio. “Hacer justicia es
entregar las cunas, no destruirlas”, dijo la diputada del FpV Ana
Carolina Gaillard, quien presentó un proyecto de resolución
condenando lo dictado por el juez. “Mandan a quemar moisés tal
como la Libertadora destruyó los pulmotores de la fundación Eva
Perón un año antes de la epidemia de poliomielitis”, graficó
Gollan.
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